Ese mosquito que nos zumba en la oreja puede ser ahora mucho más que
un insecto molesto. Podrían tratarse de aviones no tripulados o drones,
espías voladores de tamaño de insectos. En los últimos años una serie de
aviones en miniatura o microvehículos aéreos (MAV, por sus siglas en
inglés), basados en la misma física utilizada por los insectos
voladores, han sido presentados al público.
Un laboratorio de la Universidad de Pennsylvania mostró recientemente
un tipo de drones programado para comportarse como un enjambre, una red
de 20 ‘nano-quadrotors’ (minúsculos helicópteros propulsados por cuatro
rotores) que vuelan en formaciones sincronizadas.
En 2008 la Fuerza Aérea de EE. UU. mostró espías del tamaño de
insectos, pequeños como abejorros, que no se detectan en los edificios, y
que son capaces de “fotografiar, grabar, e incluso atacar a insurgentes
y terroristas”. Cabe recordar que en 2008 la agencia de investigación
militar DARPA llevó a cabo un simposio para discutir sobre insectos,
robots y armas biológicas. Y EE. UU. no es el único país que ha
invertido dinero en la miniaturización de aviones no tripulados para
usarlos como espías.
Países como Francia, Holanda e Israel han desarrollado drones que
simulan el aleteo de aves. Según opinan expertos como el zoólogo Richard
Bomphrey, de la Universidad de Oxford, la naturaleza ha resuelto el
problema de crear máquinas voladoras en miniatura, y asegura que si
aprendemos de los insectos “lograremos crear una nueva serie de
vehículos de vigilancia que, debido a su tamaño y su capacidad de volar
como insectos, se podrán camuflar completamente en nuestro entorno”
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