Esta entrada logicamente va en la sección de Humor y realidad
"A relaxing café con leche" es un hit
"A relaxing café con leche" es un hit
Cabía esperar que lo de Madrid y el sueño olímpico fuera como esa pareja que siempre está volviendo: cuantos más fracasos acumula el binomio, menor es la empatía que genera entre el público. Pero eso solo no explica la épica que se empezó a escribir en las redes sociales el jueves, cuando Ana Botella, autoproclamado icono de la tercera intentona de Madrid por albergar unos Juegos Olímpicos, se coló en la lista de lo más comentado en Twitter, donde...
permaneció casi ininterrumpidamente hasta el domingo. Hace falta añadir otro factor al infausto furor que ha convertido a la candidatura madrileña en uno de los acontecimientos del año en las redes sociales españolas, y es la desazón de un no pequeño y desencantado grupo de la población española que ha visto en la decisión del Comité Olímpico Internacional la confirmación que menos necesitaba escuchar: que los que están fuera ven España igual que los que están dentro.
Son esos nervios los que dan una pátina de amargura al festival del humor
que se vivió en Twitter los días que la delegación madrileña estuvo en
Buenos Aires, intentando cortejar al Comité Olímpico con el mismo efecto
de un tipo que intenta ligar a pesar de su baja autoestima, vendiendo
unas virtudes que están aprendidas de tiempos mejores y confirmando, a
su pesar, que, efectivamente, esto es lo que hay (si a alguien se le
ocurren metáforas que no tengan que ver con parejas, será bien recibidos
en los comentarios). De hecho no es casualidad que las parodias de más
éxito casen con los puntos débiles de la autoestima nacional: está el
tema de la corrupción, de los recortes que no ha sufrido el proyecto olímpico pero sí áreas como la educación o la ciencia y están, como siempre, las lacerantes cifras del paro. Pero ninguno de ellos ha tenido el mismo efecto que la madre de todas las inseguridades españolas, que es el dominio del inglés.

La cosa empezó en broma el viernes cuando un vídeo realizado por el programa El intermedio, de La Sexta, subrayó las dificultades de Ana Botella con el idioma. El documento recogía la serie de catastróficas desdichas que acontecieron a la alcaldesa de Madrid, que se ponía los casos para escuchar la traducción del español al inglés pero no para escucharla del inglés al español, y convirtió en eslógan uno de los traspiés más graves de una figura pública española con el idioma de Shakespeare: el No listen the ask, que el presidente del Comité Olímico Español, Alejandro Blanco, dirigió a un periodista, acaso la versión más desafortunada y macarrónica del I can't hear your question que pretendía decir.
Ese discurso en inglés de Ana Botella se convirtió en el eje de las bromas que durante horas se recogieron en las redes sociales.
El vídeo sin la traducción simultánea llegó a YouTube ayer y ha
alcanzado casi 20.000 visionados. Quizá fuera por lo dicotómico que
resultó. Hay tanto de loable en una mujer que se presta voluntariamente a
exhibir un punto débil ante el mundo entero, dando un discurso en un
idioma que no controla y que no le debió ser fácil de memorizar, como
hay de vergonzoso en un dirigente político que no domina el idioma que
sí se le exige al aspirante a un trabajo por el que cobrará menos de mil
euros. Hay tanto de heroico en la idea como lo hay de trágico en la
ejecución. Hay tanto que perdonar como hay para recriminar. Es una
actuación en Eurovisión -y ha despertado las mismas reacciones de dolorida autocrítica- pero ante las esferas más altas del deporte.
O esta otra de vocación más choni:
La delegación madrileña habrá tenido que sorportar un número casi
inéditos de burlas en su propio país; se habrá proyectado sobre su
visión de España toda la frustración de años de crisis (económica,
institucional y todas las demás); habrá hecho o no el ridículo a la hora
de seducir con un país por el que un importante grupo de su propios
ciudadanos no se siente seducido; habrá aportado un fracaso más a nuestro dilatado historial de intentos fallidos, pero ha aportado eso. La relaxing cup café con leche in the Plaza Mayor.
Un nuevo símbolo de ese lugar, inequívocamente español, en el que el
bochorno y las carcajadas se confunden. Un recordatorio de esa extraña
capacidad que tenemos de no dejar que nadie se ría de nosotros más que
nosotros mismos.
La cosa empezó en broma el viernes cuando un vídeo realizado por el programa El intermedio, de La Sexta, subrayó las dificultades de Ana Botella con el idioma. El documento recogía la serie de catastróficas desdichas que acontecieron a la alcaldesa de Madrid, que se ponía los casos para escuchar la traducción del español al inglés pero no para escucharla del inglés al español, y convirtió en eslógan uno de los traspiés más graves de una figura pública española con el idioma de Shakespeare: el No listen the ask, que el presidente del Comité Olímico Español, Alejandro Blanco, dirigió a un periodista, acaso la versión más desafortunada y macarrónica del I can't hear your question que pretendía decir.
Ana Botella, tras presenciar la presentación de Tokio, le dijo a uno de los miembros del COI: "What a level, Maribel!", y se carcajeó muchoEl asunto del inglés se volvió más azaroso el sábado, cuando Ana Botella defendió la candidatura de su ciudad con un discurso memorizado fonéticamente en el que se resaltaba que Madrid no era solo confortabol (comfortable, por agradable, en ese contexto) y tenía una biutiful arquitecchur (beautiful architecture, por bonita arquitectura), sino que la capital es fan (fun, divertida). Cabe suponer, y esto no es una afirmación científica, que de si algo está harto ese grupo poblacional que se siente asfixiado por la corrupción, el desempleo y los recortes es, precisamente, de ser un país divertido. Oírlo en un discurso que exponía al mundo entero la llaga abierta del idioma, interpretado con gestos forzados rayanos en lo ingenuamente infantil, viniendo de alguien a quien el ojo público no suele vincular con la calle madrileña, no sentó bien.
— Quique Peinado (@quiquepeinado) September 8, 2013
Ana Botella se olvidó de decir al final de su discurso I'M MUZZY!!!...
— Ignatius Farray (@IgnatiusFarray1) September 8, 2013
-Hola, soy Ana Botella. ¿Aquí enseñan inglés? -If, if, between, between. #clásicosEntre las incomparables ventajas de Madrid estaba, según el discurso, la posibilidad de saborear "a relaxing café con leche in Plaza Mayor": no hubo forma más efectiva de representar todo lo que había irritado al público de ese discurso que con esa visión buenista, simplista, macarrónica y bienintencionada de la vida madrileña. No es descabellado pensar que si el resto del contexto hubiera sentado mejor -si la imagen pública de Botella hubiera permitido apreciar mejor su esfuerzo, si Madrid no fuera simplemente fan-, el guiño hubiera funcionado. Pero para un grupo de habilidosos españoles no funcionó y el hecho de que no funcionara lo convirtió de inmediato en un resumen de todo cuando había de inverosímil en las apiraciones olímpicas españolas. El volumen de bromas que ha dado de sí no se conocía desde el #findelacita de Rajoy.
— ¡Jaime Rubio! (@JaimeRubio) September 8, 2013
¿Tomar una relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor? A ver si Ana Botella va a ser de Gibraltar y no lo sabe...El discurso no tiene, lógicamente, ni la mitad de efectividad por escrito, como suele pasar con gran parte de las bromas que se propagan en Twitter, de lo que oído, con su entonación, con el sublime todo de tensión en la voz de quien lo pronuncia, con la musicalidad de toda perorata bien aprendida. De ahí de que las versiones más exitosas hayan sido las remezclas de la voz de Botella con el bombo a negras de fondo, como la maravillosa:
— Arezno (@Arezno) September 8, 2013
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