Aunque la iglesia, que lleva siglos y siglos predicando la pobreza y la humidad, haya dado sobradas muestras de ostentación y tal ofensiva acumulación de riquezas (no por casualidad es muy probablemente la primera fortuna del mundo) que ya nadie se puede sorprender de su infame comportamiento, noticias como la de ayer no pueden dejar indiferente a nadie y hacen brotar la más que justificada indignación de cualquier ser humano con un mínimo de decencia.
Porque resulta que el arzobispo estadounidense de Atlanta se ha gastado más de dos millones de dólares en esta bonita mansión
imagino que para alejarse del mundanal ruido, poder recibir los consejos de la paloma celestial (que el pobre bicho se asusta con las multitudes y no le gustan las estrecheces) y poder rezar en paz y humildemente por esos millones de pobres desgraciados (muchos de ellos absurdamente católicos) que no tienen ni donde caerse muertos.
Claro que no nos pongamos estrictos, porque en realidad el pobre sacerdote ha sido muy humilde comparado con otro sotanado alemán que se gastó la estratosférica cantidad de 31 millones de euros en remodelar la sede del arzobispado, en donde vive al estilo de los más derrochadores millonarios puesto que dilapidó 15.000 euros sólo en la bañera de su cuarto de baño. Vamos que seguramente era una... piscina cuasiolímpica.
Pero eso sí, que nos quede a todos meridianamente claro que la iglesia católica es la única y verdadera iglesia de los pobres, o más bien de los tontos.
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