CHRISTO EL LOGOS
Un Amasterdamo llamado Jesús
“…Por sorprendente que parezca, en la antigüedad o en la época de que tratamos, no se entraba en las cámaras secretas por una puerta abierta en la misma pirámide, sino por un pasadizo secreto practicado entre las dos enormes garras de la Esfinge, que descasa sobre dos altos zócalos que forman los dos lados del patio que está ante la Esfinge, en cuyo centro se levanta un altar. Más allá de este altar, hoy medo en ruina, y precisamente debajo del pecho de la Esfinge, había una puerta secreta siempre bien guardada y que solo se abría por un mecanismo secreto que muy pocos conocían. Dicha puerta daba acceso al largo pasillo subterráneo que pasaba por debajo de la Esfinge, bajo las arenas del desierto y bajo los cimientos de la pirámide, y conducía hasta la sala de recibo situada muy por debajo de la superficie que rodeaba la pirámide.
Los neófitos se preparaban en el recinto o patio de la Esfinge, y si se les juzgaba dignos de entrar en la pirámide, se les conducía por el pasadizo secreto para darles las primeras instrucciones respecto de los misterios de los grados superiores. La ceremonia solía efectuarse a la medianoche, cuando los neófitos y los pocos iniciados que habían de efectuar la ceremonia se encaminaban separadamente al sagrado lugar protegidos por hermanos de toda confianza que vigilaban los alrededores de la Esfinge y de la pirámide. Únicamente los iniciados conocían la entrada al pasadizo secreto que conducía a las misteriosas cámaras interiores.
Condujeron a Jesús al recinto o patio de la Esfinge, y lo revistieron de purpura durante la ceremonia preliminar efectuada a medianoche, y después lo acompañaron por el pasadizo secreto a la cámara subterránea de recepción donde se efectuó otra ceremonia preliminar, y en seguida procedióse a la sublime ceremonia de exaltarlo al pináculo de la suprema iniciación. Condujeron a Jesús por los diferentes pisos del interior de la pirámide, en cada uno de los cuales había una pequeña cámara. Al llegar a la más alta situada en el centro de la pirámide, se efectuó la ceremonia final, durante la cual ciñeron con regia diadema la frene de Jesús, diciéndole que ya no era neófito ni siquiera un par entre los Maestros de la Fraternidad, sino el mayor de todos ellos.
Una hora duró la ceremonia pontifical, cuyo punto culminante fue un rato de silencio y meditación mientras Jesús permanecía arrodillado ante el altar. En aquel momento la cámara, que sólo estaba iluminada con velas y tres antorchas quedó llena de refulgente luz, y una blanca paloma descendió den la luz, posándose en la cabeza de Jesús mientras el Hierofante se ponía de pie y las campanas de las cámaras interiores anunciaron al mundo el gran acontecimiento. Tras el Hierofante apareció una esbelta figura angélica que exclamó: “Este es Jesús el Christo. Levántate”. Y todos cuanto estaban en la cámara respondieron: “Así sea”. Solo hemos podido dar un debilísimo bosquejo de la ceremonia final, cuyos pormenores constituyen uno de los más pintorescos y complicados actos que describen las crónicas secretas de la Gran Fraternidad Blanca, y se sabe que desde entonces ceremonia igual no ha vuelto a repetirse.
Terminado el acto, los dignatarios y miembros del consejo Supremo rodearon a Jesús, que había sido reconocido como el Christo y le tributaron homenaje y le proclamaron la encarnación del Verbo o el “Logos viviente”. Después se encaminaron todos a ...