Richard P. Feynman, en una
introducción de una de sus conferencias, relataba mediante una analogía,
en referencia a las reglas y el método, cómo un sacerdote maya
explicaría la regla de los “cinco ciclos de Venus”, sabiendo, por
observación, que se aproximan a ocho “haab”/años de 365 días y
quisiéramos saber el primer paso para la predicción de su siguiente
aparición. Sin duda diría que “restando dos números”. Más si se diera la
circunstancia que la operación “sustracción” fuera desconocida por los
interpelantes, es probable que diría: “Supongamos que queremos
restar 236 a 584. Primero contemos 584 judías y pongámoslas en un
puchero. Luego contemos 236 judías y dejémoslas a un lado. Finalmente
contemos las judías que quedan en el puchero y ese el resultado de
‘sustraer’ 236 de 584”.
“Contar judías”, en definitiva, es lo que hace la Ciencia en general, ni más ni menos.
Pero cuando se trata de Historia ó de
Historia Antigua, las “judías” tienen su “matiz diferente”: Pudiera
darse la posibilidad de poder “recrear” tal escena. Seguramente lo que
encontrarían los arqueólogos sería los restos de un puchero y unas
judías esparcidas, tras arduos trabajos de meticulosa excavación y
clasificación. Con mucha suerte, tal vez una estela de piedra de la
citada escena ó, tal vez, un parcial relato: “Kinich kakmó, el bajado de los Cielos, bendiga a su Ah K’in que regaló la sabiduría del puchero y sus judías” Con estos datos conocidos podríamos deducir, como conclusión, que nuestro puchero está vinculado al conocimiento – sabemos que Kinich kakmó es el dios de la sapiencia maya – ,
que su aprendizaje, a su vez, está relacionado con la casta sacerdotal
maya, los “Ah K’in”, y que las judías, así como el puchero, debieron de
formar parte de algún procedimiento de enseñanza, tal vez, matemático.
Siguiendo con la analogía… ¿Como
“trabajan los libre pensadores”, caso de Zecharias Sitchin…? Tras la
constatación por parte de los arqueólogos que las judías encontradas
son 20 dentro del área más cercana a los restos del puchero y 15 en un
perímetro mas exterior, Sitchin procedería a “interpretar” estos
fidedignos datos, diciéndonos que el número 20 son los ciclos de Venus –
número sagrado de los mayas por ser la base numérica con que
contaban y determinado el interés de los mayas en la observación del
citado planeta –y que concordarían con la bajada “desde los Cielos” del dios maya – aquí citaría al arqueólogo jefe que encontró el puchero -.
Nos aseguraría que 20 veces 15 ciclos, “operación matemática”, desde el
comienzo del calendario maya, sería cuando el planeta de Kinich
kakmó. - un desconocido “exoplaneta” llamado “La octava tortuga” y
supuesto primigénio origen mítico de éstos seres divinos de superior
inteligencia -, chocará contra la Tierra u otros relatos de semejante entidad.
Formando parte de su conclusión final,
Feynman nos dice que hipótesis como las anteriores, hoy en día, no
aportan nada ni al conocimiento, ni a la Ciencia en general porque no
tienen que ver con el hecho principal constatable y que en nuestro
hipotético caso trata de un procedimiento para enseñar operaciones
matemáticas simples en el contexto de la antigua cultura maya.
“No cuentan judías”.