El objetivo nuestro es ir, poco a poco, descifrando el software con el cual fuimos creados. En este caso, parece que ya se ha encontrado la subrutina que nos da forma. Iremos aprendiendo dicho código de la vida, y llegará un momento en el que seamos capaces de modificarlo, y con ello alterar la inteligencia de una máquina molecular determinada, y al final también seremos capaces de diseñar desde cero.
Recordemos que la teoría del todo de Valdeandemagico dice que el Universo Inteligente es capaz de crear vida, la cual evoluciona hasta crear un Universo Inteligente, el cual es capaz de crear vida, la cual vuelva a evolucionar hasta crear Universo Inteligente...
Como todo, sencillamente es un ciclo, el ciclo de la vida de Valdeandemagico. Y si alucinante fue el día que se comprobó que exactamente cada 8 minutos el sol manda un pulso de información a la tierra (FTE), lo mismo este día que se confirma que exactamente se tardan 90 minutos en crear una capa de nuestro embrión, la cual sigue las pautas de una cadena de montaje perfecta.
Descubren el mecanismo genético que da forma a los organismos
Se trata de un proceso de alta precisión, que consiste en la activación progresiva de genes específicos en el desarrollo de cada capa embrionaria.
Los ratones no tienen el rabo en el lomo ni las costillas en la cintura gracias a que su desarrollo embrionario sigue siempre un orden concreto. Científicos de la Escuela Politécnica Federal de Lausanne (EPFL), en Suiza, han descubierto el mecanismo que determina dicho orden, y no sólo en los ratones, sino también en otros animales, e incluso en los humanos: se trata de un proceso genético de alta precisión, que consiste en la activación progresiva de unos genes específicos –los genes Hox- en el momento en que comienza el desarrollo de las capas que... componen los organismos. El mecanismo es extremadamente exacto y fiable, y el más pequeño error en él podría dar lugar a nuevas especies, según los investigadores. Por Yaiza Martínez.ión a la tierra (FTE), lo mismo este día que se confirma que exactamente se tardan 90 minutos en crear una capa de nuestro embrión, la cual sigue las pautas de una cadena de montaje perfecta.
orden, y no sólo en los ratones, sino también en otros animales y en los humanos.
Cronometraje genético
Durante el crecimiento de un embrión, cada paso se produce en un momento muy específico. En alrededor de 48 horas, los embriones se desarrollan de arriba abajo por capas, en lo que los científicos denominan la segmentación embrionaria.
Uno de los autores de la investigación, el profesor de la EPFL y de la UNIGE, Denis Duboule, explica que "estamos formados por treinta y tantas capas horizontales, que se corresponden más o menos con el número de vértebras que tenemos" (en los seres humanos hay de 33 a 34 vértebras durante la etapa fetal y en la niñez. Durante la etapa adulta sólo hay 24, debido a que los huesos del sacro y el cóccix se sueldan convirtiéndose en un hueso cada uno).
En el desarrollo embrionario, cada hora y media se genera un nuevo segmento. En este proceso, los genes correspondientes a las vértebras cervicales, a las vértebras torácicas, a las vértebras lumbares y al cóccix se activan con exactitud en el momento preciso, uno detrás de otro.
Instrucciones progresivas del ADN
De hecho, son unos genes muy específicos, los denominados Hox, los implicados en este proceso. Responsables de la formación de las extremidades y de la espina dorsal, los genes Hox presentan una característica destacable: están situados con exactitud unos detrás de otros en la cadena de ADN, formando cuatro grupos. Esta disposición única inevitablemente tiene que jugar un papel en el proceso de formación fetal, afirma Duboule.
El proceso es sorprendentemente simple. En los primeros momentos del embrión, los genes Hox están dormidos o inactivos y permanecen enrollados como un carrete de hilo dentro del ADN. Pero, en el momento oportuno, la cadena de ADN comienza a desenrollarse.
Cuando en el embrión se forman los niveles superiores, los genes que codifican la formación de las vértebras cervicales se activan. Lo mismo ocurre con los genes correspondientes al desarrollo de las vértebras torácicas y las del cóccix. La cadena de ADN actúa, por tanto, enviando instrucciones de forma progresiva.
"Cada noventa minutos sale un nuevo gen de la cadena, lo que se corresponde con el tiempo necesario para que se desarrolle una nueva capa en el embrión. Lleva dos días que la cadena se deshaga completamente: el mismo tiempo que precisa completar todas las capas embrionarias", explica Duboule.
Este sistema constituye el primer reloj "mecánico" jamás descubierto en genética y explica la exactitud en el desarrollo de los embriones, y explica porqué el desarrollo embrionario es tan sumamente preciso.
Prueba de la complejidad de la evolución
El presente descubrimiento ha sido fruto de muchos años de trabajo. Bajo la dirección de Duboule y de Daniël Noordermeer, especialista en biotecnología, los investigadores analizaron miles de "carretes" de genes Hox.
El proceso constatado en la EPFL es compartido por numerosos seres vivos, desde los humanos hasta algunos tipos de gusanos, desde la ballena azul hasta los insectos. La estructura de todos estos animales –la distribución de sus vértebras, sus extremidades y otros apéndices a lo largo de sus cuerpos- está programada como la partitura de una pieza de piano, gracias a la secuencia de los genes Hox a lo largo de la cadena de ADN.
El "reloj Hox" demuestra la extraordinaria complejidad de la evolución. Una notable propiedad del mecanismo es su extremada estabilidad, señala Duboule. "Los relojes circadiano o menstrual implican una química compleja. Así se pueden adaptar a contextos cambiantes, pero en un sentido general son bastante imprecisos. El mecanismo que nosotros hemos descubierto es infinitamente más estable y preciso. Incluso el cambio más pequeño en él daría lugar a la emergencia de nuevas especies", concluye el investigador.
En lo que se refiere a la segmentación, en 2010, investigadores franceses del Centro de Genética Molecular del CNRS y de la Universidad Paris Diderot demostraron que esta característica de la biología procede de un ancestro común, él mismo segmentado, que habría vivido hace unos 600 millones de años, y cuya aparición habría cambiado la faz de la Tierra.
Según señalaron entonces los científicos, este ancestro común explicaría que entre especies animales muy distintas (como el ciempiés, la lombriz de tierra o el ser humano) se dé una extraña coincidencia: en todos ellos se produce la repetición periódica de unidades anatómicas idénticas.
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