La intuición como herramienta súper
sofisticada para procesar información y traducirla en sentimientos;
estos acceden al futuro con mucho mayor precisión que el análisis
racional.
“El futuro ya no es lo que solía ser"
Desde tiempos inmemoriales, supongo, el
ser humano ha coqueteado con una especie de aptitud psíquica que
consiste en poder predecir el futuro. Y ya sea a través de taroteros,
pitonisas, lectores de sueños, manos, café, e incluso espárragos, miles
de personas ansían conocer lo que les depara –e incluso pagan grandes
sumas de dinero a quienes les ofrecen ayudarlos–.
Lo anterior resulta un
tanto extraño pues, si en verdad accedieras al futuro a través de una
vidente a quien recién diste unos cuantos dólares, entonces el futuro,
su imagen, formaría ya parte del presente y eso llevaría, tal vez, a que
ese próximo escenario se diluyera o sustituyera. ¿O no?
Pero, más allá de reflexiones
semi-filosóficas sobre la añeja búsqueda del ser humano por tener acceso
a los eventos que le conciernen y que, de acuerdo al modelo de tiempo
lineal, aún no han sucedido, aparentemente nuestro pase de entrada al
vislumbrar acontecimientos futuros, se encuentra alojado en un
recipiente mucho más cercano y accesible de lo que muchos pensarían: los
sentimientos.
La investigación incluye el análisis de ocho estudios
previos, realizados durante los últimos años, que tenían como objetivo
medir el nivel de aciertos en predicciones ante eventos como la
candidatura interna de los demócratas, para presidente, en 2008, el
comportamiento del clima, los movimientos del índice Dow Jones, o el ganador de American Idol.
A lo largo de dichos estudios, los
investigadores confirmaron que aquellas personas que...
depositaban mayor
peso en sus sentimientos, los cuales de algún modo son causa y/o efecto
de eso que llamamos intuición, habían tenido mucho mayor porcentaje de
aciertos en sus predicciones que el resto.
La anterior afirmación
resultó de los siguientes datos: en las predicciones sobre la carrera
demócrata a la candidatura presidencia, el 72% de aquellos que
declararon confiar más en sus sentimientos que en las estadísticas o el
contexto informativo, acertó al ubicar a Obama, y no a Hillary Clinton,
como candidato; esto contra el 64% de aciertos en el grupo de personas
que se mostraban escéptico ante la sugerencia de su intuición. El mismo
fenómeno se repitió en el resto de los casos, ya que el grupo de los
“sentimentales” fue 17% más acertado en la predicción del nuevo American Idol, y 25% en el caso del Dow Jones.
Intuición/Sentimiento sobre Estadísticas/Razón
Algo curioso es que al repasar este
estudio, el cual por cierto se titula “Feeling the Future: The Emotional
Oracle Effect”, podrías afirmar que la intuición es no solo más
efectiva que la información cuando se trata de predicciones, sino que
ambos criterios son opuestos o excluyentes. Pero lo cierto es que parece
que la intuición, o los sentimientos, indirectamente también toman en
cuenta, toda la información que hayas almacenado, a lo largo de tu vida,
sobre el contexto dentro del cual se incluye el fenómeno a percibir. Es
decir, la intuición pudiese ser una especie de recurso cognitivo,
bastante avanzado, para procesar grandes cantidades de data. De esta
forma, al depositar tu confianza en lo que te indican los sentimientos,
no significa que estés ignorando la información que posees sobre algo,
sino que simplemente estás legando a la herramienta intuitiva, y no a la
racional o estadística, la tarea de digerir la información y sugerirte
una respuesta.
“Cuando confiamos en nuestros
sentimientos, aquello que se siente como correcto o como erróneo, resume
todo el conocimiento y la información que hemos adquirido
inconscientemente sobre el mundo que nos rodea. Es este conocimiento
acumulado, el cual nuestros sentimientos resumen para nosotros, lo que
nos permite hacer mejores predicciones. En algún sentido, nuestros
sentimientos nos dan acceso a una privilegiada ventana de conocimiento e
información – y a la cual un razonamiento más analítico bloquea” afirma
el profesor Michael Tuan Pham.
Al comienzo de este artículo seguramente
todos nos sorprendimos gratamente con el hecho de que los sentimientos
son mejor brújula para adelantarnos hacia el futuro que el análisis
racional o la estadística.
Pero en realidad lo que es francamente
maravilloso, es esta nueva concepción de la intuición como un modelo
hiper-sofisticado de procesamiento informativo que, en cuestión de
segundos, nos permite repasar toda la data que inconscientemente tenemos
respecto a un cierto contexto. Y si consideramos que nuestro
inconsciente acumula una cantidad de información mucho mayor que la que
acumulamos en forma consciente, entonces resulta aún más sorprendente el
mecanismo intuitivo.
Precisamente en esta nueva perspectiva
cognitiva sobre la intuición radica el enorme valor, por ser algo
exquisitamente novedoso, de este estudio. Ya en alguna ocasión habíamos
tenido la oportunidad de hablar sobre la pre-cognición, el “arte” de
sentir – no de percibir– el futuro.
En 2010 hicimos alusión al trabajo
de Daryl Behm, de la Universidad de Cornell, que se...
propuso probar
empíricamente el que nuestro cerebro esta diseñado para, literalmente,
sentir la totalidad de la línea del tiempo, incluidos pasado, presente, y
futuro.
Sin embargo, en ningún momento se había vinculado esa facultad
humana con la posibilidad de que la precognición, o las regresiones,
tengan algo que ver con un increíble mecanismo de procesamiento
informativo.
Un par de reflexiones
Y para terminar, me gustaría compartir
un un par de reflexiones: la primera de ellas es en torno a ciertas
prácticas mágicas o esotéricas, diseñadas para estimular la presencia de
habilidades extrasensoriales en una persona, por ejemplo, la percepción
del futuro. El entrenamiento del discípulo generalmente conlleva la
limpieza de ciertos conductos de percepción que han sido atascados ya
sea por bloqueos culturales, por miedos, o por simple falta de uso. Y
las prácticas están orientadas a liberar dichos conductos en busca de
lograr una mayor sensibilidad. Esta sensibilización de algún modo esta
ligada al acto de purificar el espacio que separa la mente de los
sentimientos, o en otras palabras, entre más limpia sea nuestra
interacción con la fuente de neustros sentimientos, más prolijo será el
desarrollo extrasensorial.
La segunda de las reflexiones tiene que
ver con la Teoría de la Reminiscencia que respaldaba Platón. Este
filósofo griego, por cierto un destacado iniciado de las tradiciones
ocultas, afirmaba que el conocer básicamente consistía en recordar
aquello que el alma, previo a adherirse al cuerpo físico, había
observado (básicamente toda la información existente). De acuerdo con
esta teoría, la percepción sensible de los objetos despierta en el alma,
por su semejanza con las ideas, el recuerdo de las ideas olvidadas. Y
entre más afinada sea nuestra percepción, vinculado al diálogo intuitivo
que mantenemos, mayor información directa podremos recibir, lo cual a
su vez detonará mayor información “indirecta”, aquella que alguna vez
olvidamos.
De esta forma, gracias a la labor de
Michel Tuan, Leonard Lee, y Andrew Stephen, autores del estudio citado
en párrafos anteriores, hoy podríamos postular a la síntesis de nuestros
sentimientos, manifestados a través de la intuición, como un resumen
acelerado de toda la información que conocemos y, por qué no, de toda la
data existente. Y en caso de que esto fuese cierto, estaríamos ante uno
de los más estimulantes ejemplos de una comunión perfectamente armónica
entre mecanismo racionales (aunque inconscientes) y mecanismos
sensitivos, lo cual, una vez más, sugiere que en algún punto no existen
contrarios ni excluyentes, todo es, simplemente, la unidad.
Twitter del autor:
@paradoxeparadis / Lucio Montlune
No hay comentarios:
Publicar un comentario