Predicar con el ejemplo
Siempre he sentido una particular adversión hacia aquellos que se
dedican a abrir la boca para vender consejos pero que se niegan a predicar con el ejemplo
que ellos mismos proponen. Me refiero, como no podría ser de otra
forma, a las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) secundadas por la Comisión Europea de bajar el sueldo de los españoles un 10 %.
Si cogemos un salario tipo de un trabajador español, que es
prácticamente un salario basura, y lo reducimos un 10 % lo único que
conseguimos es incrementar la precariedad de esta persona, y así,
señores, no se sale de una crisis, porque como ya hemos explicado,
si no hay ingresos no hay gastos y esto lastra el consumo, lo que a su
vez influye sobre la inversión y da lugar a un peligroso círculo vicioso
del que la economía del país sale claramente perjudicada.
Y os cuento esto porque leyendo este articulo del ABC descubro que el sueldo de Lagarde cuando fue designada nueva directora del FMI
era de 324.000 euros netos anuales. Esto ocurrió en junio de 2011, con
la crisis perfectamente instalada en las raíces del sistema, ¿y sabéis
cual fue una de las primeras cosas que hizo esta señora? Se subió el sueldo un 10 %.
Mientras tanto, el sueldo de un comisario como Olli Rehn, también
partícipe de aplicar esta...
rebaja salarial, está en 22.963,55 euros
brutos al mes, a lo que hay que sumar un complemento para gastos de
911,38 euros. Multiplicado por catorce pagas alcanzamos
unos suculentos ingresos anuales de 334.249,02 euros brutos. ¿Alguna vez le habéis escuchado decir algo sobre rebajarse el sueldo?
Quizás representantes internacionales del calibre de Lagarde o Rehn
deberían pensarse seriamente las palabras que van a pronunciar antes de
hacerlas públicas. Y Lagardes y Rehns hay muchos en nuestro país,
no son casos aislados. Quizás y sólo quizás, sus desorbitados sueldos
en comparación con los de un ciudadano de a pie tengan algo que ver en
esta crisis.
Recetas FMI y UE: menos salario, más paro, menos democracia, más penuria
Olli Rehn, el responsable de Asuntos Económicos de la UE, se ha apuntado a la petición del FMI: los sueldos de los españoles deben bajar un 10% para crear empleo. Dos patas de la Troika
decretan pues abundar en nuestro empobrecimiento y con la tercera, el
BCE, no existe la menor discrepancia ideológica -porque de eso
hablamos-. Ningún dato avala que la devaluación de los ciudadanos
disminuya el paro y frene la recesión sino todo lo contrario. Pero desde
el Olimpo en el que viven nuestros ejecutores, los ciudadanos somos
anotaciones contables en un papel que sirven a sus fines. Rehn ha osado
incluso apelar a la coacción. "Quienes lo rechacen frontalmente cargarán sobre sus hombros con la enorme responsabilidad de los costes sociales y humanos", escribe en su blog, " expresando el sentir de la Comisión", según una portavoz. Paradojas de la vida, la Historia fijará la inmensa culpa de los actuales gestores de la UE en el hundimiento de Europa y sus ciudadanos. Y, ahora mismo, en los injustos daños sociales y humanos que ya han causado.
Un negocio estupendo proponen. Se trata de rebajar los salarios un 10% adicional a las graves mermas sufridas con la Reforma Laboral
de Bañez/Rajoy. Como saben que eso no funciona, solicitan también
incentivar la contratación con rebajas de impuestos a las empresas.
Pero, claro, entra menos dinero en las arcas públicas, así que cogemos a
los monigotes del tablero y les subimos también los impuestos
indirectos. Como esto es intragable –por mucho que los españoles hayan
demostrado que engullen cuanto les echen- emplazamos a los sindicatos
para que les convenzan. Ésta es la síntesis del “pacto” pergeñado por el FMI, que la UE
encuentra un gran hallazgo. ¿Motivar a los ciudadanos para que asientan
en silencio? Bastante tienen con un empleo miserable si es que les toca
en suerte. No hay otro incentivo.
Desde primero de
economía o desde la pura constatación sensata de la realidad, se sabe
que con menos dinero –vía mermas salariales y subidas de costos- los
ciudadanos cada vez consumen menos. Se siguen hundiendo los negocios,
por tanto, y aumentando el paro. Máxime cuando los bancos a pesar de nuestros generosos regalos
no dan créditos. Pero el plan vuelve a ser que trabajemos para la
exportación. Buscan crecer en ese apartado, es lo que nos brindan como
ejemplo de “recuperación”. Nos convertimos en la fábrica del mundo, en
competencia con China, Bangladesh u otros países de trabajo esclavo. Hay
mucho margen para rebajar el sueldo en consecuencia. Y a callar.
Realmente es un acuerdo muy ventajoso. Para ellos.
Rehn -que llama “lumbreras” a quienes se oponen a las rebajas de
sueldo y demás recortes a la sociedad- cita como ejemplo de la eficacia
de estas políticas a Irlanda y Letonia. Estamos ciegos si no queremos
verlo, aunque conozcamos lo que quieren ocultar. Irlanda, casualmente,
lidera con España el aumento del paro de larga duración en
los últimos cuatro años. Pero es que la gente, el dolor de las
personas, son daños colaterales. En cuanto a Letonia ha venido siendo
ejemplo paradigmático de crucifixión a cargo del FMI y lo será de la UE
a la que ahora, en los huesos sus ciudadanos, aspira a entrar. El que,
en terminología de la jungla neoliberal, fue llamado “El tigre báltico”,
vio caer al 18 % su economía cuando llegó la crisis. Se cerraron
hospitales, los enfermos debían alquilar su cama en los que permanecían
abiertos, bajaron a la mitad el sueldo de los maestros y un 20% el
salario mínimo y las pensiones. El despido es libre. ¿Han salido de la
recesión? Los ciudadanos no. Como explicaba Paul Krugman las
recuperaciones parciales de algunas de sus cifras de depresión - como el
paro cuya tasa fue la única que en algunos momentos sobrepasó la
española-, se han conseguido por ejemplo con la emigración masiva.
Nosotros andamos en ello. También aquí hay mucho margen para echar a su
suerte a ciudadanos de toda condición. Las cifras de la EPA mejoran así
que es un gusto.
Lo más grave si cabe es que el
aumento de las desigualdades sociales –y España se sitúa en cabeza de
Europa en rapidez y cuantía- lastra incluso el desarrollo de los países
como tales. Está demostrado. Las sociedades menos igualitarias registran
un mayor grado de fracaso social que aquellas donde esas diferencias se
han limado. La desigualdad aumenta las tensiones sociales, crece la
violencia, las enfermedades, los problemas mentales, reduce la esperanza
de vida. Prácticamente todos pierden. Pero si el dinero llena los
bolsillos adecuados no les importa.
Rehn ha vivido de lo público toda su vida laboral. Como tantos otros. Como la mayoría de sus colegas en la Comisión. Como
el español Joaquín Almunia en gran parte de su trayectoria. Desde las
atalayas de sus jugosos sueldos ya no sienten el aliento de las personas
a las que dicen representar y pagan sus facturas. Deberían cobrar el
sueldo medio de la UE una buena temporada, la media entre Rumania o Bulgaria y Suecia y repetir después sus doctrinas.
La austeridad –apadrinada por Merkel- ha matado Europa. Ya apenas
cuenta en el concierto mundial. Obama ha sido el primer presidente del
aún poderoso EEUU que ya apenas la pisa. La austeridad… y la profunda
relajación de la democracia. La conservadora canciller alemana imprimió
también –desde el famoso Merkosy- la sustitución de los órganos comunitarios por decisiones personales o apañadas a dos o por una camarilla. Quien más manda en la UE
es el Consejo Europeo compuesto por los presidentes o jefes de gobierno
de los países miembros, cada cual buscando sus intereses nacionales. Y
es decisiva la asimetría del poder real: unos deciden e imponen y otros
no pintan nada.
Pero hay todavía una enorme responsabilidad más de la UE
con respecto a España: lo poco que les interesa la profunda trama de
corrupción que está minando los pilares del Estado. Eso no va con ellos.
Son asuntos internos. Con los que se intercambian
relaciones comerciales que no en otra cosa han convertido a los países.
De hecho, Merkel sigue apoyando a Rajoy vea lo que vea, y sepa lo que
sepa. Mediando el beneficio para sus bancos, se hace la vista gorda a
las vigas que se clavan en el ojo propio. En un utópico mundo justo,
también tendrían que pagarlo.
Quedaron
profundamente grabadas en mi memoria las palabras de una dignísima
anciana que conocí en un reportaje sobre el Archivo de Salamanca. Teresa
Virgili, hija del que fuera vicepresidente del Parlamento catalán en la República dijo : “
Mi padre era muy optimista, él pensaba cuando empezó la guerra mundial
que ganarían las democracias y Franco saltaría enseguida, que las
democracias europeas nos ayudarían. La gran decepción fue cuando no pasó
esto ”.
Hoy
como siempre, estamos solos. Ante la codicia del entramado mundial y el
español en particular. Ante la devastadora corrupción que nos corroe.
Ante la peligrosa degradación de la democracia. Ante nosotros mismos y
esos ciudadanos decisivos que una y otra vez miran para otro lado o
creen la fantástica mentira de que ya vuelve el maná.
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