La Silla del Diablo - Chile
En la provincia de Última Esperanza, en un lugar rocoso, semejante a una gigantesca silla, se posaba un enorme animal, con grandes colmillos y feroces garras. Aterrorizaba a todos los habitantes, que en ese momento eran aborígenes y a cada grito de la abominable bestia, maldecían al demonio, que salía de las profundidades de la tierra y se sentaba en su trono terreno.
Este lugar, comúnmente llamado “La Silla del Diablo”, aún existe y por lo que se cuenta hoy, en las noches de luna llena, todavía se oyen aullidos del espíritu de Satanás, ahuyentando a todos los que se atrevan a invocar el nombre del diablo, que para muchos, es muy parecido a lo que hoy conocemos como...
el Milodón.Tiene como 30 metros de altura. Y la leyenda anterior creo que se origina hace muchisimo tiempo atras. Ya que hace aproximadamente 12.000 años atras habitaban en la Cueva del Milodon unos indios, que fueron los ancestros de los Tehuelches o Aonikenk como se autodemominaban. Fueron estos "Paleoindios", como los llama un famoso historiador regional, don Mateo Martinic; quienes seguramente asociaron el aspecto del milodon con el de algun demonio.Los colonos, en su llegada aproximadamnete en el año 1879, continuaron con esta creencia, eso si, sin la precencia del milodon, por lo tanto, no era precisamente el Milodon, el que hizo que naciera este mito, sino tal vez el mismisimo diablo, que aun segun la gente, se aparece en la Silla que lleva su nombre, en la Noche de San Juan.
Un sin número de leyendas populares hacen más pintoresco el sitio, ideal para un turismo alternativo y alejado de los nubarrones de visitantes de piel roja, shorts, sombreros y gafas para sol. El descuido tiene en la soledad su ventaja, pero en el deterioro a su ruina. La Silla del Diablo yace en medio del barrio Africano, en el corazón de una zona congestionada por coches aparcados o en movimiento. Sus paredes, las mismas que presenciaron el esplendor de la antigua Roma, ahora están llenas de musgo y nutren el anonimato de lo histórico.
El mausoleo fue un refugio temporal para mendigos y prostitutas, quienes encendían fogatas en su interior y alimentaban el mito de que en ese espacio habitaba el diablo. Al igual que esta pintoresca historia, Roma, la gran Roma, tiene otras miles ocultas. Los visitantes no puede olvidar que la capital italiana en algún momento fue el centro del mundo civilizado. Ahí nació el dicho: todos los caminos llevan a Roma.
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El litoral del Poetto se encuentra en el municipio de Cagliari y se extiende hasta la ciudad de Quartu Sant’ Elena. El promontorio que está a su extremidad ha sido llamado Sella del Diavolo (la Silla del Diablo). La leyenda cuenta que Lucifer después haber caído en el mar con su silla, dejó su huella en el promontorio que a lo largo del tiempo ha tomado su nombre. Se puede llegar pasando por un sendero natural en la localidad Calamosca. Desde la Silla del Diablo se puede contemplar un panorama impactante que abarca toda la ciudad de Cagliari y su litoral. En el promontorio crece una exuberante vegetación mediterránea, muy interesante desde el punta de vista fáunico. La playa del Poetto está muy cerca del pantano de Molentargius y de las Salinas, de donde es posible mirar los flamencos rosas ( sa genti arrubia, en dialecto sardo) que nidifican en un oasis protegida y separada de la carretera por una pared de cañas.
La leyenda relata que ese mismo año se denunció la desaparición de un niño de 9 años, mientras que los vecinos de la calle Esgueva de Valladolid declararon que desde el sótano de la casa del joven Andrés, cuyas traseras dan a la actual calle de la Solanilla, se oían gemidos, llantos y extraños ruidos y veían salir agua sanguinolenta a través del desagüe, que teñían de rojo las aguas de uno de los ramales del río Esgueva. Los vecinos alertaron a las autoridades de la ciudad; el hallazgo al abrir el sótano es espeluznante: en una mesa de madera encontraron el cuerpo del niño desaparecido, despedazado tras haberle practicado en vida una autopsia. Además se hallaron cadáveres de perros y gatos en la misma postura que el cuerpo humano de la mesa.
Andrés confesó que tenía un pacto con el Diablo a través de una silla que estaba en su escritorio, en la que se sentaba a escribir sus terroríficas ideas, y sus espantosas notas de la nigromancia o autopsias que practicaba con los seres vivos que cazaba. Al sentarse en este sillón, el diablo le ofrecía toda la sabiduría del mundo en medicina y se comunicaba con él.
Al proceder a registras además los pisos superiores de su casa, se encontró la silla, fabricada con madera de cedro, con respaldo y reposo de cuero y color marrón.
Proaza fue condenado por la Inquisición a morir en la hoguera. Sus inmuebles, y con ellos el sillón, fueron expuestos en subasta pública, pero nadie los adquirió debido a la fama de nigromante que acompañaba a su dueño. El sillón se mantuvo en posesión de la Universidad de Valladolid.
Hasta el derribo del edificio histórico de la Universidad, el sillón se encontraba colgado patas arriba del techo de la capilla universitaria y a partir de entonces se trasladó al Museo Arqueológico de Valladolid. Con motivo del sexto centenario de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid formó parte de las piezas que se mostraron en una exposición conmemorativa en el Museo de la Universidad (MUVa), sito en el Palacio de Santa Cruz.
Se trata de una silla de brazos desmontables datable en la segunda mitad del siglo XVI, según la historiadora vallisoletana Eloísa Wattenberg García. La leyenda que ha llegado hasta nuestros días relata que aquel que se sienta en la silla, muere a los dos o tres días o tal vez adquiere todo el conocimiento del mundo.
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