El Estado contra la República
Objetivo: preparar una nueva legislación que prohibiría expresarse públicamente a toda persona clasificada como «conspiracionista» o «complotista».
En Estados Unidos, el golpe de Estado del 11 de septiembre de 2001 permitió instaurar un «estado de urgencia permanente», mediante la Patriot Act, y dar inicio a una serie de guerras imperiales. Desde entonces, las élites europeas han venido alineándose poco a poco con el comportamiento de las élites de Estados Unidos. En todas partes, los ciudadanos temen hoy que el Estado los abandone y están cuestionando sus instituciones. Con tal de conservar el poder, las élites están dispuestas a recurrir al uso de la fuerza para amordazar a todo el que pretenda expresar oposición.
- El 27 de enero de 2015, el presidente francés Francois Hollande hacía a los «conspiracionistas» de hoy responsables de los crímenes perpetrados ayer por los nazis contra los judíos de Europa. Y se pronunciaba por la anulación de su derecho a la ibertad de expresión.
«[El antisemitismo] alimenta las teorías del complot que se difunden sin límites. Teorías del complot que, en el pasado, ya condujeron a lo peor» (…) «[La] respuesta es tomar conciencia de que las tesis complotistas se difunden a través de internet y de las redes sociales. Pero tenemos que recordar que es primeramente a través del verbo que se preparó el exterminio. Tenemos que actuar a nivel europeo, e incluso internacional, para que pueda definirse un marco jurídico, para que las plataformas de internet que administran las redes sociales asuman sus responsabilidades y para que haya sanciones si hay violaciones.» [1].
«una descripción “alternativa” que pretende trastocar de manera significativa el conocimiento que tenemos y por consiguiente competir con la “versión” comúnmente aceptada, estigmatizada como “oficial”» (p. 2).
Como republicano radical estoy consciente de que el Estado es enemigo del interés general, de la Res Publica, Por esa razón, mi objetivo no es abolirlo sino domarlo. El ideal republicano es compatible con diversos regímenes políticos –incluyendo la monarquía– como lo sentaron por escrito los autores de la Declaración de 1789.
Esta oposición, cuestionada por el actual Partido Socialista francés, marcó la historia de Francia de tal manera que, en 1940 –bajo la ocupación nazi– el régimen colaboracionista de Philippe Petain abrogó la República Francesa y proclamó el «Estado Francés». Desde el primer momento de su investidura como presidente de Francia, denuncié el “petainismo” de Francois Hollande [8]. Ahora, el señor Hollande invoca la República precisamente para combatirla e invierte los valores hundiendo así el país en la confusión.
¿Quiénes son los «conspiracionistas»?
«[Es un] movimiento heteróclito, fuertemente imbricado con la tendencia negacionista y donde se codean admiradores de Hugo Chávez e incondicionales de Vladimir Putin. Un entorno equívoco de ex militantes de izquierda o de extrema izquierda, ex “indignados”, soberanistas, nacionalrevolucionarios, ultranacionalistas, nostálgicos del III Reich, militantes antivacunación, partidarios del sorteo, revisionistas del 11 de septiembre, antisionistas, afrocentristas, supervivencialistas, adeptos de las “medicinas alternativas”, agentes de influencia del régimen iraní, bacharistas, integristas católicos o islamistas.» (p. 8).
Los mitos de los «conspiracionistas»
La «complotesfera» o «medio complotista»
«esencialmente norteamericanos. Citemos en particular a Webster Tarpley y William Engdhal (ex miembros los dos de la organización político-sectaria estadounidense encabezada por Lyndon LaRouche), Wayne Madsen (WayneMadsenReport.com), Kevin Barrett (VeteransToday.com) y Michel Chossudovsky (Mondialisation.ca). Junto a sus homólogos europeos, forman una especie de Internacional a la que Thierry Meyssan, el presidente de la Red Voltaire, trató de dar una forma concreta en noviembre de 2005 reuniendo en Bruselas una “conferencia antiimperialista” –Axis for Peace– cuya lista de participantes se lee como un directorio de los autores conspiracionistas más en boga en aquel momento» (p. 8).
- En 1989, el ex jefe de la inteligencia estadounidense en Europa, Irwing Brown, revelaba a los periodistas franceses Roger Faligot y Rémi Kauffer que había reclutado a Jean-Christophe Cambadelis cuando este último era militante de los trotskistas lambertistas. Actualmente, o sea 25 años después, Cambadelis es primer secretario del Partido Socialista francés.
Las ideas políticas de los «conspiracionistas»
Después los aperitivos anteriormente mencionados, la Fundación Jean Jaures entra de lleno en la parte fundamental del tema: las ideas políticas. Y define las ideas de los «conspiracionistas» de la siguiente manera:La Fundación menciona con precisión los temas de conflicto, pero exagera los términos para desacreditar a sus opositores. Por ejemplo, nadie se ha opuesto a la legislación antirracista sino única y exclusivamente a la disposición de la ley Fabius-Gayssot, que castiga con la cárcel todo debate sobre el exterminio contra los judíos de Europa [12]
«borrar toda distinción entre la naturaleza de los regímenes autoritarios y las democracias liberales (considerando a estas últimas más “totalitarias” que los peores totalitarismos)»;
«[oposición a] toda legislación antirracista bajo pretexto de defender la “libertad de expresión” »;
«[rechazo de] la existencia de la diferencia entre la derecha y la izquierda, afirmando que la verdadera diferencia es la que existe entre “el Sistema” (o “el Imperio”, o “la Oligarquía”) y aquellos que le oponen resistencia»; (p. 8)
«la idea de que el sionismo es un “proyecto de dominación” del mundo» (p. 9).
¿Qué es el sionismo?
La Fundación procede entonces a un larguísimo análisis de mis trabajos sobre el sionismo, los tergiversa y después comenta:«El antisionismo que aquí reivindica Thierry Meyssan no tiene que ver con la crítica de una política coyuntural, o sea con la política de los gobiernos que han encabezado el Estado de Israel. No tiene que ver con un anticolonialismo que hallaría satisfactoria la retirada de Israel de los territorios ocupados después de la Guerra de los Seis Días y la creación de un Estado palestino. Tampoco procede de un internacionalismo que hallaría sospechoso, por principio, todo movimiento nacional, sin importar de dónde venga, dado que ni siquiera considera el sionismo como un movimiento nacional. Este antisionismo de factura paranoica no pretende combatir el sionismo bajo la diversidad de sus expresiones históricas sino una hidra fantasmagórica que sería la fuente de las desgracias del mundo».
En su esfuerzo por llegar a una conclusión sobre este debate y al darle un importante espacio en su análisis, la Fundación subraya la importancia del tema. Yo defiendo, en efecto, una posición hasta ahora ausente del debate político occidental [13]:
El primer jefe de Estado que expresó su intención de reunir a los judíos del mundo entero en un Estado que sería para ellos fue Lord Cromwell, en el siglo XVII. Su proyecto, claramente enunciado, consistía en utilizar la diáspora judía para extender la hegemonía inglesa. Posteriormente, todos los gobiernos británicos sucesivos defendieron ese proyecto y Benjamin Disraeli lo incluyó en la agenda de la Conferencia de Berlín.
El propio Theodor Herzl [14] era un discípulo de Cecil Rhodes, el teórico del Imperio británico. Al principio, Herzl proponía crear Israel no en Palestina sino en Uganda o en Argentina. Cuando por fin logró que algunos militantes judíos se unieran al proyecto británico, Theodor Herzl compró tierras en Palestina y creó la Agencia Judía, cuyos estatutos son una copia íntegral de los de la sociedad que Cecil Rhodes había creado en África Austral.
En 1916-1917, el Reino Unido y Estados Unidos se reconciliaron, comprometiéndose entonces a trabajar juntos en la creación del Estado de Israel, lo cual se traduce para Londres en la Declaración Balfour y para Washington en los 14 puntos de Wilson.
La posición del Partido Socialista francés sobre ese tema no tiene absolutamente nada de inocente. En 1936, con León Blum, esa formación proponía el traslado de los judíos alemanes al sur del Líbano para que Israel anexara ese territorio después de su creación [15]. Pero aquel proyecto fue rápidamente descartado por el alto comisario francés en Beirut, el conde Damien de Martel de Janville, ya que era una evidente violación del mandato de la Sociedad de Naciones. Actualmente, el grupo de presión israelí creado en el seno del Partido Socialista francés en 2003, cuando el hoy presidente de la República Francois Hollande era primer secretario del partido, se llama –por supuesto– Círculo León Blum.
Observaciones a modo de conclusión
«Podemos imaginar fácilmente una serie de posibles respuestas:
1. El gobierno puede prohibir las teorías del complot.
2. El gobierno podría imponer una especie de impuesto, financiero o de otro tipo, a quienes divulguen tales teorías.
3. El gobierno podría implicarse en un contradiscurso para desacreditar las teorías del complot.
4. El gobierno podría implicarse en la comunicación informal con las terceras partes y estimularlas.»
Documentos adjuntos
[2] «Conspirationnisme : un état des lieux», por Rudy Reichstadt, Observatoire des radicalités politiques, Fondation Jean-Jaurès, Partido Socialista [francés], 24 de febrero de 2015.
[3] L’Effroyable Imposture suivi de Le Pentagate, por Thierry Meyssan, Nouvelle réédition, entièrement réactualisée et annotée, éditions Demi-Lune.
[4] Léon Bourgeois, escultor francés (1851-1925). Teórico del «solidarismo» (que los actuales socialistas confunden con la Fraternidad). Fue presidente del Partido Radical, presidente del Consejo de Ministros, premier presidente de la Sociedad de Naciones y recibió el Premio Nobel de la Paz en 1920. Con ayuda del zar Nicolás II, planteó el principio de los arbitrajes entre Estados, cuyo actual resultado es el Tribunal Internacional de La Haya.
[5] Georges Clemenceau (1841-1929). Defendió a los miembros de la Comuna de París frente a la derecha y combatió a la izquierda socialista de Jules Ferry luchando contra su proyecto de colonización y contra su visión del laicismo. Durante la Primera Guerra Mundial, en momentos en que Francia parecía derrotada, fue jefe del gobierno francés y condujo el país a la victoria.
[6] Alain, filósofo francés (1868-1951), cofundador del Comité de Vigilancia de Intelectuales Antifascistas (CVIA). Militó por una república protectora de la libertad y bajo estricto control del pueblo.
[7] Jean Moulin, alto funcionario (1899-1943). Se puso del lado de los republicanos españoles y organizó ilegalmente, violando la política de neutralidad del gobierno socialista francés, un tráfico de armas para alimentar la resistencia contra los franquistas. Durante la ocupación nazi en Francia, Jean Moulin dirigió el Consejo Nacional de la Resistencia, incluyendo en esta a todas las corrientes políticas de Francia, con excepción de la que había luchado del lado de los franquistas. Arrestado por los nazis, Jean Moulin murió bajo la tortura.
[8] «Francia según Francois Hollande», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 31 de julio de 2012.
[9] La República vela porque el Poder esté al servicio del interés general. La Democracia exige que el Poder sea ejercido por todos los ciudadanos.
[10] «Analyse des réflexions de Monsieur Beitone sur la prétendue rumeur d’extrême droite à propos de la loi de 1973», por Étienne Chouard, 30 de diciembre de 2011.
[11] Programa Mediapolis transmitido el 22 de diciembre de 2012 por la estación de radio Europe 1. El ex primer ministro socialista francés Michel Rocard participó en el programa como invitado de Michel Field y de Olivier Duhamel.
[12] Son numerosos los responsables políticos que se opusieron –sin éxito– a esa ley. Entre ellos, el ex presidente de Francia Jacques Chirac y los ex primeros ministros Dominique de Villepin y Francois Fillon.
[13] «¿Quién es el enemigo?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 4 de agosto de 2014.
[14] Theodor Herzl (1860-1904), periodista austrohúngaro de origen judío, es considerado el fundador del sionismo moderno.
[15] My Enemy’s Enemy: Lebanon in the Early Zionist Imagination, 1900-1948, por Laura Zittrain Eisenberg, Wayne State University Press (1994). Tesis de doctorada verificada por Itamar Rabinovitch, por la parte israelí, y Kamal Salibi, por la parte libanesa.
[16] «Conspiracy Theories», Cass R. Sunstein & Adrian Vermeule, Harvard Law School, 15 de enero de 2008
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