Y al llegar de la Primavera, en nuestras ciudades y en nuestros pueblos, vaciamos las iglesias y llenamos las calles de imagenes de Santos,de flores, de oraciones, de bandas de musica,de saetas, de pasión y nuestra vida se convierte en Procesión.
En una semana, lo sagrado, se libera de su encierro anual y en las calles el fervor Popular, disfruta del Color, del Arte, del olor a incienso y azahar y representamos de esta manera, todas las personas, costaleros, nazarenos, hermanos mayores o menores, mujeres y hombres, niños y ancianos, el Drama de la Pasión del Maestro, el que vino a enseñarnos "Mi Reino no es de este Mundo" y que todos somos hijos de Dios.
Si en el Invierno celebramos la representación del nacimiento del Cristo, que llega como una chispa de luz en la oscuridad de la noche, esa chispa se convierte en una poderosa luz que disipa las tinieblas en la Primavera y ese impulso, renueva con la Ley del Amor, la promesa que todos esperamos que se cumpla, llenando de esta forma todos los espacios con su ESENCIA, de tal manera que en la Tierra es igual que en el Cielo, como ha sido siempre.
¿Pero hasta cuando vamos a necesitar del Ritual anual?.
¿Hasta cuando vamos a necesitar, revivir las escenas de dolor?, para que se sensibilice y conmueva nuestra Alma, o tal vez sea nuestra dormida personalidad humana .
¿Cuándo vamos a entender el Mensaje y lo vamos a vivir en nuestra propia vida?. Quizás es que, queremos seguir atados al Ritual y seguir recordando las escenas de dolor y muerte.
¿Cuando vamos a aceptar la Vida con alegria y apartar de nosotros el dolor y el miedo a la muerte?.
Más vale comprender y actuar en nosotros mismos, aceptando de una vez por todas nuestra responsabilidad, sin aplazar más veces, nuestro esfuerzo para crecer, para liberarnos, sin esperar que "alguien" lo haga por nosotros ¡CRISTO! , pues él dijo: ¡ Toma tu cruz y sígueme !.
Pero Cristo, no dijo en ningún momento, que habiendo él tomado la Cruz, todos quedásemos liberados de coger la nuestra; crucificarse significa realizar cada uno de nosotros un esfuerzo humano, aceptando este compromiso como algo personal e intransferible.
Asumir la Cruz, es asumir el papel que nos corresponde interpretar a cada uno, es asumir "Nuestra Propia Vida" pero con Alegria. Cuando así sea, todos nos "crucificaremos" en un acto que nada tiene de CRUENTO, sino de TRIUNFO.
Aquel que logra crucificarse, es el que ha llegado a la meta, es el Triunfador, cerrando de esta forma un ciclo:
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