atropellos y barbaridades que han inspirado a esa cuadrilla de maleantes blasfemos que osan hacer parodias de ejercicios proféticos sin ningún tipo de autoridad ni cualificación. Por supuesto, nos estamos refiriendo a todos esos “falsos profetas”, sin hacer ninguna distinción entre ellos. Todos ellos -poco importa aquí su nacionalidad, raza o nombres propios- nos merecen el mismo desprecio.
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viernes, 27 de enero de 2012
2012: El Negocio de los Falsos Profetas de la "New Age"
Visto en Armónicos de Conciencia
2012: El Negocio de los Falsos Profetas
por Ibn Asad
Que no se pueda contener el
desastre actual no va a servir de disculpa para la indolencia, la
indiferencia o el silencio ante una lacra que verdaderamente indigna, en
el sentido completo de la palabra tan en boga, “indignación”.
Se han escrito artículos sobre ello, se ha hecho referencia en libros y se ha advertido por activa y por pasiva en los últimos cinco años; y aún así, la actual sinvergüencería de fechas señaladas, propagandas pseudo-científicas y productos comerciales de aspecto profético,
obligan a aceptar el deber de combatir estas agresiones al sentido
común y las buenas formas. Nos estamos refiriendo a la epidemia de
falsos profetas que en las últimas dos décadas proliferaron hasta llegar
al grotesco punto en el parecen acordar concentrarse en la superstición
de un año (-2012-) que sirve de coartada de no pocos delincuentes. No
son sólo “mercaderes en el templo”, sino también constructores de falsos
templos con funciones solapadas de centro comercial. No son sólo
“buscavidas”, son también arruinadores de vidas: las de sus prosélitos.
No son sólo charlatanes aterrorizando o ilusionando sobre supercherías
vaticinadas, son también criminales con una función bien definida en
esta desintegración global de la Inteligencia, de la Justicia y –en
definitiva- del ser humano tal y como lo conocemos hoy.
Si la contra-tradición y la irreligiosidad
han aumentado hasta este punto, y este punto tiene nombre y forma de
año señalado, tomémonos en serio ese año (2012) así como todos los...
atropellos y barbaridades que han inspirado a esa cuadrilla de maleantes blasfemos que osan hacer parodias de ejercicios proféticos sin ningún tipo de autoridad ni cualificación. Por supuesto, nos estamos refiriendo a todos esos “falsos profetas”, sin hacer ninguna distinción entre ellos. Todos ellos -poco importa aquí su nacionalidad, raza o nombres propios- nos merecen el mismo desprecio.
atropellos y barbaridades que han inspirado a esa cuadrilla de maleantes blasfemos que osan hacer parodias de ejercicios proféticos sin ningún tipo de autoridad ni cualificación. Por supuesto, nos estamos refiriendo a todos esos “falsos profetas”, sin hacer ninguna distinción entre ellos. Todos ellos -poco importa aquí su nacionalidad, raza o nombres propios- nos merecen el mismo desprecio.
Sobre profetismo y sobre los abusos pseudo-proféticos de la modernidad
Parece necesario decir qué una “profecía”
es el don sobrenatural para pronunciar palabras por inspiración divina,
es decir, en nombre de Dios. El que tiene ese don, es el “profeta”.
Si alguien no tiene esa cualidad, no es ni podrá ser “profeta”, aunque
así diga llamarse. En ese caso, ese sujeto no será otra cosa que un
impostor y los ejercicios e interpretaciones que alguien así puede
llamar “profecías”, no serán más que imposturas, es decir, las tareas
propias del impostor. Todos y cada uno de los llamados “profetas” de la
modernidad (todos y cada uno con sus falsas “profecías”) son impostores
vendiendo imposturas. No son otra cosa.
La “profecía” es una palabra
latina (prophetia) que tiene su equivalente en todas las lenguas, y muy
especialmente en las lenguas vernáculas de las diversas tradiciones,
como el latín lo fue de la católica, y el sánscrito, el hebreo y el
árabe, lo son (sí: aún lo son) de expresiones tradicionales todavía
vivas. Y es que en todas las expresiones tradicionales (no importa
cuál), las profecías (es decir, los ejercicios propios de los profetas)
constituyen la “Revelación” (la Shruti en India) en donde se apoya una
civilización para instituirse. Por lo tanto es difícil determinar el
número de profetas que han existido a lo largo de toda la historia de la
humanidad. El Islam y sus hadices hablan de 124.000 profetas, la Smrti
hindú habla de 320.000 rishis y todas las fuentes tradicionales que
restan reconocen que cada pueblo tuvo su profeta.
Todos los profetas hablan a su
pueblo en una lengua vernácula, ejerciendo el papel de decodificadores
del conocimiento metafísico revelado por la divinidad… ¿pero qué ocurre
cuando ya no existen los pueblos, cuando el ser humano es analfabeto en
términos tradicionales, cuando la metafísica no es más que una ciencia
infusa dentro del taciturno panorama intelectual, y -más grave aún-
cuando tanto el individuo moderno como todas y cada una de las
instituciones de la civilización han negado cualquier principio de
divinidad? Pues que no es posible ni profeta ni profecía surgidos de
tales circunstancias. Los falsos profetas de la modernidad hablan de
“profecías” sin Dios… y esto es algo más que un sinsentido. Resulta
ridículo hacer profecías sin reconocer la divinidad que inspira el
ejercicio profético. Por lo tanto: si no es posible la existencia de un
profeta contemporáneo, ¿por qué hoy en día hay tantos y tantos sujetos
que dicen hacer “profecías” y además divagan sobre fechas del juicio
final, vaticinios apocalípticos y estafas premonitorias? Pues porque son
“falsos profetas”, e incluso la revelación legítima de todas las
tradiciones hablaron de ellos como un “signo” de los tiempos que
vivimos.
¿Qué nos dice la memoria tradicional de estos tiempos, de los “falsos profetas” y de su sinvergüencería?
Pues exactamente lo que vemos
ocurre ahora. La cadena profética hace ya varios siglos que se selló
(jatim al-anbiya'), la presencia espiritual parece alejarse
completamente de la historia del hombre, y una serie de “signos” avisan
al ser humano de la proximidad de una “hora” que sólo la divinidad
conoce. Uno de esos “signos” es la agitación causada por infames “falsos
profetas” que abundarán (¡ya abundan!) hasta tal punto que la confusión
y la ignorancia se extenderán entre los hombres de una manera hasta
entonces desconocida. Se trata de una crisis inédita, profunda, con
varios movimientos espirales hacia el abismo, en donde la decadencia nos
sorprenderá a todos en el que parecerá siempre el punto más bajo,
cayendo más y más, hacia un límite inferior que nadie conoce y que nadie
puede datar.
La Metafísica es el conocimiento
de los principios universales, y por ello, en la medida en que las
diferentes expresiones tradicionales se acercan a esos principios, ellas
se muestran unánimes. Aunque existieron múltiples profetas (al menos
tantos como pueblos), la verdad que todos ellos revelaron y expresaron
en su contexto, es una única verdad. Se subraya: Una. Esa convergencia
de las diferentes tradiciones no sólo se muestra con respecto al
“principio” sino también con respecto al “fin”. Si la Metafísica aborda
los principios universales, la Escatología trata el omega, los fines,
las realidades últimas del universo. Uno de esos puntos escatológicos
unánimes es la imposibilidad de la revelación profética en los tiempos
modernos, así como la proliferación exponencial de “falsos profetas”. La
Sunnah islámica, el Shastra hindú, las doctrinas escatológicas jainas,
shaktas, mahayánicas… convergen en advertir al ser humano de las hordas
de embaucadores, pseudo-gurúes, charlatanes, timadores, comerciales
espirituales y criminales contra-intelectuales que aparecerán en los
tiempos difíciles. Esos tiempos ya han llegado.
Canalizaciones, vaticinios terroristas y datación apocalíptica
Insistimos en destacar el importantísimo dato tradicional unánime de que tras el “sello profético”
no habrá más profetas hasta el colapso de la presente humanidad; por lo
tanto, las autodenominadas “profecías” actuales no serían tal cosa, de
la misma manera que quienes se dedican a ello ni son ni podrán ser
llamados “profetas” a no ser a modo de parodia con fines comerciales. La
pregunta que alguien atento se hará es: ¿Entonces qué son esas
“profecías” de la modernidad? Respuesta sin lugar a duda: Son
peligrosísimas imposturas con perversas intenciones.
Los diversos movimientos, contra-tradiciones y neo-espiritualistas se dan la mano todos ellos en el sentimiento antirreligioso: todo lo que recuerde a la tergiversada noción moderna de “religión”
debe ser perseguido y eliminado. Por ello, todos los términos
fundamentales de las diversas expresiones tradicionales fueron
usurpados, deformados y sustituidos por parodias amoldadas al proyecto
desintegrador de la humanidad. Así, todo concepto tradicional fue
parodiado por una serie de palabrería impostora, inventada, y -en
algunos casos- diabólicamente perversa. Por ejemplo, el
concepto legítimo de “profeta” fue sustituido por la sinvergüencería de
“médiums, “sensitivos”, “adivinos”, “gurúes”, “sanadores”, etc… que
conforman la oferta del mercachifle espiritual. Y como pantomima
de las “profecías”, los modernos hablaron de “canalizaciones” (ya se
habló del origen histórico moderno de esta palabreja en "La Falacia Fenomenica y la Mentira Extraterrestre" y
su relación con el neo-espiritualismo kardecista y teosofista). Esta
satánica sustitución de términos permite que cualquier cantamañanas sin
escrúpulos con un mínimo don de palabra pueda engrosar las listas de los
“falsos profetas” y vivir del abuso, la mentira y la charlatanería.
Porque no importa que esta gentuza se escude en desvaríos denominados “canalizaciones”,
o en interpretaciones seculares y desautorizadas de oráculos propios de
civilizaciones desaparecidas, o en teorías pseudo-científicas
cimentadas con literatura de ficción fantástica… todo lo que la
modernidad presenta como “profecía” es una burda mentira.
Todos estos embustes de
new-agers, trileros de la Era de Acuario y astrónomos de delirante
imaginación, responden a una misma estrategia comercial: impactar en la
sociedad. Esto ahora se llama “publicidad”, y recientemente, en el S.
XX, en años de enfrentamiento político, se llamaba “propaganda” (léase "Tecnocracia Global y Destrucción Familiar").
Lo cierto es que, en español castizo, estas técnicas siempre se han
llamado “camelar”, “engatusar”, “engañar”. Y para engañar a una sociedad
(dígase “publicitar” o “propagandear”), se necesita garantizar algo: el
terror del engañado. Por eso, el procedimiento new-age es siempre
aterrorizar al prosélito-cliente con fechas, catástrofes, desastres
naturales, castigos medioambientales… y tras paralizar al moderno con
esa imaginería de cartón piedra, pues se le vende una “salvación” en
forma de secta, de curso terapeútico, de libelo, de dvd, de conferencia,
de película, de lo que sea que se pueda vender. El terror es el motor
de toda propaganda (o publicidad, o como quieran llamarlo), y los
ignominiosos “falsos profetas” de la new-age, del neo-espiritualismo y
de la sinvergüencería científica no son ni mucho menos una excepción. De
hecho, son unos pioneros en ello: ya llevan varios siglos vendiendo el
fin del mundo.
Antecedentes de la farsa apocalíptica y las fechas señaladas
No falla: allá donde se
interpreten teorías escatológicas de forma desautorizada y
descontextualizada, allá más temprano que tarde aparece un mentecato
avispado que data la catástrofe total y se enriquece con ello… hasta que
-¡claro!- llega la fecha señalada y no pasa nada. Los new-agers y
neo-espiritualistas contemporáneos sólo imitan de forma masiva lo que
los pioneros del apocalipsis fraudulento llevan haciendo, al menos
durante los últimos cinco siglos. Para los que crean que esto del 2012
es nuevo… lo cierto es que hay tantos fines del mundo como años de la
era moderna y como cretinos blasfemos dispuestos a aterrorizar al pueblo
para conseguir lucro, fama o notoriedad.
En la Europa moderna,
prácticamente cada nación tiene su propio anunciador fraudulento de
catástrofes apocalípticas. En el S.XVI, el astrólogo germano Johannes
Stoeffler anunció un gran diluvio para el 20 de Febrero de 1524 que
acabaría con Europa y con todo el Sacro Imperio. Nada ocurrió aquel día,
salvo que en la ciudad de Iggelheim, como comenzó un chaparrón, un
hatajo de beatos salió en estampida y murieron aplastados más de
doscientas personas.
Algo parecido ocurrió en el
S.XVII, cuando se esperaba el 25 de Abril de 1666. Libros vendidos, ríos
de tinta, histeria colectiva, políticos oportunistas y párrocos
vendiendo la salvación… llegó la fecha y sólo se tuvo un espléndido día
de primavera. Ni diluvios, ni justos salvados, ni trompetas, ni nada de
nada.
En el S.XVIII, el británico
William Whiston anunció el diluvio y su consecuente fin del mundo, el 13
de Octubre de 1736. Aquel día ni tan si quiera llovió en Londres. No
fue el fin del mundo… pero los criminales aprovecharon la histeria
social de aquella fecha para cometer fechorías en Londres. El número de
violaciones, robos y asesinatos aumentó desorbitadamente aquella fecha.
En el S.XIX, el francmasón
egiptólogo Charles Piazzi Smith quiso ver una profecía en la Pirámide de
Gizé que databa el fin de la humanidad en 1881 del calendario
cristiano. La casa real británica le siguió la corriente a este “falso
profeta”, hasta el punto de nombrar a Smith astrónomo del Gran Imperio
Británico. Llegó 1881 y la humanidad continuó. El Gran Imperio Británico
también, y actualmente no sabríamos decir qué beneficios se extrajeron
de esta superchería. Quizás fue el ensayo de un siglo que iba a
obsesionarse con las fechas señaladas: el siglo XX.
Porque el S.XX fue el siglo del
colapso total del catolicismo en Europa y su consecuente metástasis de
los ocultismos, los teosofismos, los espiritismos y -finalmente- el
satanismo que impera hoy en todas sus formas, mezclado con teorías
pseudo-científicas y propaganda populista. Prácticamente cada año de la
década de los sesenta fue vaticinado como “fin de era” por incontables
grupos de hippies californianos. La presunta “Era de Acuario” comenzaba
con una obsesión: acertar la fecha del fin del mundo como quien acierta
los números en una partida de bingo. Ya en los setenta, el astrónomo y
novelista John Gribbin (sí: ser astrónomo y novelista de ficción es no
sólo compatible sino muy rentable en estos tiempos) fue best-seller con
“Jupiter Effect” en el que, ni corto ni perezoso, anunciaba un
alineamiento con Júpiter que provocaría un terremoto que acabaría con la
ciudad de Los Angeles en la primavera de 1982. Y también en los
setenta, otro astrónomo novelista (este israelita) Zecharia Sitchin
comenzaría a divagar sobre los textos sumerios y un planeta
completamente imaginario llamado “X”.
Y nos vamos a quedar con
Sitchin, porque esta figura resulta clave para comprender lo que
ocurrirá más tarde (es decir, hoy). Sitchin fue el mentor de una serie
de “investigadores” (sin eufemismos: farsantes vendedores de mentiras)
que siempre se irían a apoyar en una fecha, tanto para vaticinar
catástrofes como para anunciar felices salvaciones políticas,
medioambientales y extraterrestres. Primero se señaló el año 2000… y
nada ocurrió aquel año. Nada al menos tan horrible como lo que ocurrió
en Septiembre del año siguiente. Tras el fiasco del 2000, los
charlatanes de la esfera Sitchin señalaron el año 2003 como año final.
De hecho el propio Sitchin habló (publicó) sobre el año 2003 como año en
el que el Planeta X pasaría cerca de La Tierra causando maremotos,
diluvios y erupciones volcánicas masivas. Nibiru no pasó en 2003, pero
no fue necesario para establecer las teorías sitchinianas en el vulgo
anglosajón y el europeo. Junto con el israelita, el norteamericano
Jordan Maxwell y el británico David Icke ayudaron a postergar todas las
patrañas new-age sobre fechas de cambio de paradigma (acompañadas -como
siempre- por catástrofes terribles que nunca suceden en la fecha
señalada). Se pensó en 2012. Por un lado la fecha dejaba un intervalo de
tiempo suficiente para la optimación del negocio de los new-agers. Por
otro, el año coincidía con una época que cualquiera puede prever como
crítica, y por lo tanto, idónea para la venta de sandeces con atuendo
espiritual. Además, para dar un pretexto a la superchería, alguien dijo
algo que aún nadie mínimamente autorizado en la materia ha conseguido
probar: el fin del calendario de la civilización maya coincide con el
año 2012, más aún, con el 21 de Diciembre del 2012 del calendario
gregoriano. ¡Qué infeliz casualidad! ¡Vaya por Dios! ¡Mal sabían los
enigmáticos y poco conocidos mayas que los sinvergüenzas modernos iban a
usar su calendario para un circo comercial más!
2012: El Boom de mercado new-age
En los últimos diez años se han
contabilizado más de 220 publicaciones de editoriales de masa que hablan
de la “profecía” de 2012. La producción cinematográfica
israelí-norteamericana “2012” ha recaudado 769 millones de dólares
norteamericanos. Las productoras de Hollywood esperan al menos cuatro
estrenos para este año del género catastrofista que serán blockbusters.
Creo que ya hoy nadie duda que el 2012 es un negocio. Inmoral, mezquino,
sucio… pero como ocurre con los negocios cuando tienen estas
características, también muy lucrativo.
Lo que ocurre es que esto no es sólo un negocio ilícito, es algo aún peor. En "Satanismo y Contrainiciación en la Era Digital",
intenté explicar los procedimientos de subterfugio que las fuerzas
contraintelectuales emplean para avanzar en un proceso de desintegración
ya muy avanzado. El interés económico es el motor de los inmiscuidos
profesionalmente en esta trama, tales como “periodistas”, “científicos”,
“astrónomos”, etc. Sin embargo, la motivación del artífice de esta
confabulación no es el “dinero”, sino la destrucción de la
intelectualidad. Se busca devastar todo atisbo de conocimiento
tradicional, y como consecuencia directa, sepultar a la humanidad en la
ciénaga de la ignorancia. Eso es la “new-age” y la “profecía del 2012”
es tan sólo un episodio más de la farsa, ni muchísimo menos el último.
Por
eso, todas estas supercherías son más graves de lo que aparentan, pues
operan en la parte subconsciente de una población que ya puede
considerarse “mundial”, en el sentido de que el poder de manipulación de
las masas ya es total. Al datar en el futuro inmediato una catástrofe,
un “fin de era”, un “cambio de consciencia”, etc., se introducen
condicionamientos subconscientes en una aldea global ya diseñada desde
-por lo menos- hace un siglo. La técnica de sugestión del vaticinio
apocalíptico es idéntica a la del terrorismo que tanto se emplea hoy en
día. El interés del terrorismo apocalíptico no es amenazar o ilusionar
con unos fantasmas que no existen y que más tarde o temprano se
mostrarán como fraudulentos, sino controlar psicológica y socialmente a
un individuo despojado de armas para defenderse de semejante agresión
intelectual. Por supuesto que sólo un porcentaje insignificante son tan
estúpidos como para creer a pies juntillas en algunas de las
predicciones para este año; sólo unos pocos esperan convencidos un
cambio que no llegará; sólo un reducidísimo número de cándidos se
suicidarán en grupo, en sectas y grupúsculos neo-espiritualistas. Sin
embargo, el desastre más dañino del 2012 no está en estos pocos
desgraciados, sino en el efecto sutil y profundo que esta sugestión de
masas tendrá (ya tiene) en la población mundial moderna.
Ese daño se puede evaluar desde por lo menos la última década. Antes citamos a los ignominiosos Sitchin, Maxwell o Icke.
Basta hacer una búsqueda rápida sobre “2012” en blogspot,
wordreference, facebook y las principales redes sociales y servidores de
blogs, para tomar el pulso a un segmento poblacional gravemente
enfermo. Un aluvión de cantamañanas llevan más de un lustro vendiendo
historias fantásticas, dvd´s, libelos, estrategias salvacionistas de
rebajas… lo mínimo que podemos pedir desde aquí es que se denuncie a
estos criminales y se les haga frente desmontando los estúpidos
argumentos en donde construyen castillos de arena que el mismo paso del
tiempo desmoronará sin piedad.
No obstante, tal y como dijimos
al abrir este artículo, hoy parte de este desastre ya resulta
inevitable. La devastación ética e intelectual generalizada parece ya
imparable y reconocemos no poder proponer planes de defensa conjunta
frente a todo este desmadre. Las sanguijuelas sacarán provecho del 2012.
Los falsos profetas proliferarán cada día más. Toda desgracia que
suceda en 2012 (pues siempre sucederán desgracias, no importa en qué año
sea) será susceptible de haber sido “profetizada” por mercaderes de
mentiras cada vez mejor organizados. Todo lo positivo que tenga este año
será vendido como producto de un “fin de era”, una “mutación de la
consciencia”, o patrañas semejantes. El 2012 es un año como otro
cualquiera en esta decadente secuencia de la modernidad postrera, con la
única peculiaridad de que los mercachifles espirituales harán su
Agosto. Pues la única catástrofe bien pronosticada para 2012 es el Boom
del negocio new-age.
Parece que el ábside de toda
esta locura se alcanzará el 21 de Diciembre de 2012, día en el que -tal y
como en 1524, 1666, 1736, 1881 ó 2000- no sucederá nada. Para los que
pidan una recomendación para el 21 de Diciembre de 2012, invitamos a
hacer lo que recomendamos hacer antes y después de cualquier fecha:
seguir sirviendo a la Verdad, incansablemente.
Ibn Asad Enero de 2012
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gracias por el aporte bueno
ResponderEliminarEl daño que pueden ejercer estos "falsos profetas y avatares " es inimaginable, deberia de existir
ResponderEliminaralgo que nos protegiera a todos los seres humanos de tanta locura y desequilibrio. Ahora creo que si no hubieran existido las religiones en el mundo tal vez hubieramos llegado por nosotros mismos
a un natural concepto de Dios y de lo espiritual.
Me parece una buena exposición de la grave realidad espiritual en la que vivimos; pero aún estando de acuerdo en casi todo, creo que se le ha olvidado un importante detalle; es decir, ¿cómo es que no se pregunta QUIÉN O QUIENES, están y han estado detrás de todo este montaje...? ¿Acaso no ocurre ésto desde el mismísimo origen de los tiempos?¿Por qué si no lo citan todas las religiones y Tradicciones de muchos pueblos y culturas ancestrales?... Y si me van a contestar que Satanás, les contestaría que !se quedan cortos!... Aquí hay mucho de qué hablar aún. C.Y.
ResponderEliminarTienes razón anonimo y no te voy a contestar SATANAS, en este blog y en el de los Habasis, hablamos a menudo de que hubo en la Antiguedad, un grupo de seres venidos de fuera de nuestro planeta, que manipularon a su antojo y necesidades a los humanos y luego crearon las religiones, para que le adoraramos como Dioses. Leete la entrada titulada "Defendamonos de los dioses menores".
ResponderEliminarSaludos y gracias por tu aportación.
José Carlos Costa 4 enero 2014
ResponderEliminartransformador, el concepto de evolución creo debería erradicarse en cualquier frase por el daño causado al apoyar el dualismo enfermizo, manipulador del inconsciente
namaste