el Vaticano, sino que esté infiltrada en los diferentes escalafones de poder de éste y lo controle en parte.
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lunes, 28 de noviembre de 2011
INFILTRACIÓN EN EL VATICANO
La
infiltración en el Vaticano es un hecho. La masonería, el OPUS DEI, los
servicios secretos, Los Illuminati, la OTO y el satanismo han sido
capaces de colocar a sus hombres en puestos claves del Vaticano que dan
acceso a la información y, en el mejor de los casos, al poder. El
presente trabajo muestra esa realidad asombrosa.
La Masonería
Cuando
las logias masónicas se extendieron por Europa en los inicios del siglo
XVIII, las condenas papales no se hicieron esperar. Clemente XII, con
su bula In Eminenti del 24 de abril de 1738, condenó y prohibió las
sociedades, reuniones, asociaciones o agrupaciones denominadas Liberi
Muratori, masones u otros nombres, por ser “perniciosas para la
seguridad de los estados y la salvación de las almas”. Otros papas como
Benedicto XIV, Pío VII, León XII, León XIII y Pío X reprodujeron las
condenas xenófobas contra la masonería y las sociedades secretas,
argumentando prácticamente lo mismo que el papa Clemente XII. El paso
del tiempo, sin embargo, ha provocado que la masonería no sólo sea
aceptada más o menos por
el Vaticano, sino que esté infiltrada en los diferentes escalafones de poder de éste y lo controle en parte.
el Vaticano, sino que esté infiltrada en los diferentes escalafones de poder de éste y lo controle en parte.
El
primer hecho que provocó que la opinión pública conociese dicho extremo
fue el caso de la Logia P2 italiana, fundada por el ex fascista y rico
empresario Ligio Gelli. Por la Logia P2, pasaron hombres ligados a las
finanzas y el poder del Vaticano, al igual que personalidades de la
política y las finanzas de Italia y Latinoamérica, que acabaron
envueltos en tramas delictivas. El 12 de diciembre de 1987, el
periodista Pier Carpi, en L’Expresso, afirmaba sobre la presencia de la
Logia P2 en el Vaticano que “se llama ‘Logia Eclesia’ y está en contacto
directo con el gran maestre de la Logia Unida de Inglaterra, el duque
Michael de Kent. A ella pertenecen más de cien personas entre
cardenales, obispos y monseñores de la Curia que consiguen mantenerlo en
el más absoluto secreto, pero no hasta escapar a las investigaciones de
los hombres del famoso OPUS DEI”.
Dejando
de lado el caso de la Logia P2, una Obediencia masónica irregular y de
derechas que prácticamente no existe en la actualidad, lo cierto es que
encontramos otros testimonios que demuestran la infiltración de la
masonería en el Vaticano, siempre en su vertiente regular, es decir
tradicional y anglosajona. El libro “Mentiras y crímenes en el
Vaticano”, escrito por unos misteriosos Discípulos de la Verdad y
publicado por Ediciones B en el año 2000, sobre la citada presencia de
la masonería en el Vaticano, nos cuenta: “El hecho de que el clan
masónico esté tan envuelto en el secreto como su adversario opusdeísta
hace que la identificación de sus miembros resulte tan difícil como la
de los de este último. En el Vaticano se rumorea que, aparte del
cardenal José Rosalío Castillo Lara, pertenecen al clan masónico el
cardenal Achille Silvestrini (prefecto de la Congregación para las
Iglesias Orientales, señalado como uno de los jefes del clan), el
cardenal Pio Lagui (prefecto de la Congregación para la Educación
Católica),el cardenal Camillo Ruini (vicario general de Roma), monseñor
Celestino Migliore (subsecretario para las relaciones con los Estados)…”
La
infiltración de la masonería en el Vaticano es un hecho. Y su gran
éxito, según parece, ha sido limitar las parcelas de poder en el
Vaticano de los conservadores del OPUS DEI e instituciones similares que
apuestan por un gran conservadurismo. Ciertamente, es correcto que la
finalidad principal de la masonería “vaticana” esté encaminada en esa
dirección.
El Opus Dei
El
OPUS DEI fue fundado en España a finales de los años veinte por José
María Escrivá de Balaguer. Su crecimiento espectacular se produjo en
España, durante la dictadura fascista de Francisco Franco. El papa Juan
XXIII no apreciaba el conservadurismo opusdeísta, pero sus sucesores
iniciaron un acercamiento a la Obra. De hecho, el 28 de noviembre de
1982 Juan Pablo II proclamó oficialmente la elevación del OPUS DEI al
rango de prelatura personal. De esta forma, la organización de Escrivá
de Balaguer se situó en una posición inmejorable para infiltrarse e
intentar dominar a la Iglesia católica desde dentro, lo cual ha
conseguido sólo a medias, por la dura oposición de la masonería
“vaticana” y de otros “infiltrados”.
El
OPUS DEI ha sido citado como secta secretista y “santa mafia” por
aquellos que han padecido en sus carnes sus formas de proceder o que
estudiaron su estructura y comportamientos. Por ejemplo, en 1997, una
comisión de investigación del Parlamento belga incluyó al OPUS DEI en
una lista de 189 sectas o asociaciones sectarias.
España,
bajo el gobierno de derechas del Partido Popular, en este momento, está
muy influenciada por los hombres del OPUS DEI, ya que un buen número de
ministros y cargos del Partido Popular son miembros del OPUS DEI, de la
misma forma que otros responsables de la política, la banca, la
justicia y empresas varias.
El
actual nivel de infiltración y de poder del OPUS DEI en el Vaticano, no
obstante, aún es mayor que en países tipo a España, porque, desde el
papa hasta el último cura del Vaticano, existen cientos de afiliados a
la Obra. Giuliano Di Bernardo, Gran Maestre de una Obediencia de la
masonería italiana, harto de que se acusase a la masonería de
infiltración en el Vaticano, afirmó que: “ las fuerzas de la reacción
católica están en pleno movimiento, reorganizan sus tropas y acusan a la
masonería. Pero, ¿por qué no se dice también que el OPUS DEI, el
integrismo católico, ha invadido como un pulpo las finanzas
internacionales y también las italianas? Hombres del OPUS DEI ocupan los
más altos cargos del poder y condicionan las elecciones de importancia
nacional”.
La
existencia de una enorme infiltración del OPUS DEI en el Vaticano, que
responde a un deseo de adquirir poder y promover el conservadurismo en
la Iglesia católica, es evidente. Podría decirse que, hoy, hasta resulta
descarada. Sus objetivos son justo lo contrario que los deseos de la
masonería “vaticana”, la cual aspira a humanizar el Vaticano.
¿Quién
vencerá en la disputa? ¿Vencerá alguien? ¿Existen otros infiltrados en
el Vaticano, aparte de los masones y los miembros del OPUS DEI?
Los servicios de inteligencia
Los
servicios de inteligencia tienen un gran poder en la sombra. La CIA de
EE.UU., el Mossad israelí, los servicios británicos MI5 y MI6, la
desaparecida KGB o, incluso, el CESID español disponen de amplias redes
de espías y pisos francos en el extranjero para poder realizar sus
labores de información y contrainteligencia. De hecho, todos ellos
tratan de obtener información de la organización, la estructura, el
armamento, la industria bélica, el servicio de inteligencia, las
tendencias sociales, las ideologías, la economía, los grupos de poder…,
de los diferentes Estados que son de su interés, para poder neutralizar,
desbaratar u obtener algún provecho. Resulta obvio que el Vaticano es
un manjar gustoso para los principales servicios secretos del mundo y
que sus agentes están infiltrados en el mismo, al igual que la masonería
y el OPUS DEI.
Así,
la cruzada derechista y anticomunista que llevó a cabo la logia
masónica irregular P2, tanto dentro como fuera del Vaticano, estuvo
apoyada en parte por la CIA. Varios miembros prominentes de la Logia P2
recibieron apoyo económico de la agencia para luchar contra el comunismo
italiano. Y algunos agentes del servicio secreto de EE.UU. también se
infiltraron en el seno del Vaticano, con ánimo de descubrir una posible
infiltración comunista, la cual realmente estaba ocurriendo.
De
esta forma, en las mismas fechas, el Vaticano sufría la infiltración
del KGB y de otros servicios secretos de países comunistas del antiguo
Bloque de Este. En 1998, dos miembros de la Guardia Suiza del Vaticano
aparecieron asesinados y el hecho resultó un escándalo, barajándose todo
tipo de hipótesis sobre el móvil del crimen. Al final, se difundió la
teoría de que Cédric Tornay había matado al matrimonio Estermann en un
“arrebato de locura”. Ahora, sabemos que Alois Estermann, uno de los
asesinados, se había convertido en informador de la Stasi en 1980 y que,
entre 1981 y 1984, bajo el nombre cifrado de “Werder”, había enviado a
la policía secreta de la RDA, que venía a ser lo mismo que el servicio
secreto, numerosos y detallados informes sobre el Vaticano utilizando
una casilla postal del tren nocturno Roma-Innsbruck.
El
almirante Fulvio Martini, jefe del Sismi (el servicio secreto militar
italiano) de 1985 a 1990, sobre Alois Estermann y las infiltraciones de
servicios secretos de países comunistas en el Vaticano, apuntó:
“La
hipótesis de que Estermann estuviera a sueldo de la Stasi es posible.
En aquellos años, los servicios secretos de Alemania del Este, Polonia y
Checoslovaquia mostraban un enorme interés por todo lo que ocurría en
el Vaticano”.
Markus
Wolf, la cabeza visible de la “inteligencia” de la antigua Alemania del
Este, confirmó la infiltración en el Vaticano en el diario L’Expresso
en 1999:
“Nuestro
punto de referencia en el Vaticano se llamaba en clave Licht blick,
rayo de luz. Era un alemán, uno de los más inteligentes frailes
dominicos, miembro de la Comisión Científica del Vaticano y muy próximo
al ambiente de monseñor Agostino Casaroli… Se llamaba Karl Brammer”.
La
infiltración de los servicios de inteligencia en el Vaticano, así,
pues, es un hecho tan real como la infiltración de la masonería y el
OPUS DEI. Mientras los últimos, no obstante, desean dominar y reconducir
la política del Vaticano, los espías se limitan a obtener información
útil, probablemente valorada como “Top Secret”, para saber más y diseñar
estrategias favorables a sus respectivos países, lo cual parece lógico.
Conocido
todo ello, cabe preguntarse: ¿Aún podemos encontrar otras
infiltraciones en el Vaticano? ¿Son organizaciones capaces de obtener
datos del mismo como la masonería, el OPUS DEI y los servicios secretos y
conspirar en la sombra?
Los Illuminati, la OTO y el Satanismo
Existen
otras órdenes próximas a la masonería y el satanismo que igualmente
están infiltradas en el Vaticano. Los Illuminati, fundados por Adam
Weishaupt el 1 de mayo de 1776 en Baviera, siempre promovieron la
estrategia de la infiltración. Y, por eso, cuando la Orden se
reconstruyó en EE.UU., esa fue la táctica a seguir con el Vaticano.
Algunos expertos en sociedades secretas han detectado infiltraciones en
el Vaticano en ese sentido. Piers Compton, ex editor de la publicación
católica The Universe, por ejemplo, ha rastreado la infiltración de Los
Illuminati en la Iglesia católica. Y cita como evidencia el que
católicos prominentes utilicen el símbolo iluminista dentro del
triángulo o que el mismo figure en la colección de sellos del Vaticano
de 1978. Compton afirma, además, que el papa Juan XXIII utilizaba el
símbolo en su cruz personal.
Más
allá de estas teorías, como fundador y Gran Maestre de la Orden
Illuminati, lo que sí puedo asegurar es que la táctica de Los Illuminati
en los últimos años ha sido parecida a la descrita. Personalmente, he
recibido información de la Iglesia católica y del interior del Vaticano
de una fuente fidedigna: un cargo católico, sobre el cual por motivos
obvios guardo secreto.
La
OTO (Ordo Templi Orientis), fundada por los francmasones alemanes de
alto grado K. Kellner y T. Reuss a principios del siglo XX, también ha
estado interesada en la estrategia de infiltrar a sus hombres en el
Vaticano o de captar a cargos de la Iglesia que pudiesen tener acceso a
información privilegiada. El cardenal decimonónico Mariano Rompalla
(1843-1913), que ejerció de secretario de Estado del Vaticano durante el
papado de León XIII, cuando falleció el papa, surgió como principal
candidato al papado, aunque no alcanzó ese puesto por el veto del
emperador José de Habsburgo. Tras su muerte, se encontraron papeles de
éste que lo ligaban a la OTO y que confirmaban los deseos de los
templarios orientales por penetrar en el campo del enemigo.
Finalmente,
en el terreno del luciferismo y el satanismo, encontramos el rastro de
una organización satánica que opera en el seno del Vaticano. El libro
“El Vaticano contra Dios” (Ediciones B, 1999), escrito por un grupo
denominado Los Milenarios, relata la citada infiltración en el Vaticano,
contando el caso de un arrepentido que hizo confesión de sus “pecados”.
Los siguientes párrafos de la obra dejan pocas dudas:
“En
el santuario romano del Divino Amor (sic), a última hora de la tarde,
mezclado entre los demás, se acerca al confesionario un penitente muy
alterado y turbado. El confesor lo anima a hablar.
-Padre,
pertenezco a una secta satánica, en la que desempeño un papel
importante. He arrastrado a muchos a ella… (…). He llegado a convencer a
muchas personas a asistir a misas negras y a otros ritos satánicos. Sin
embargo, el otro día fui yo el invitado a una misa negra en un lugar
donde yo jamás hubiera imaginado que se pudiese celebrar semejante rito…
-¿Dónde?- pregunta el confesor desde el otro lado de la reja.
-En el Vaticano.
-¿Quiénes eran los demás?
-No
sé les podía reconocer, todos íbamos encapuchados y cubiertos de la
cabeza a los pies. Las voces eran graves imposibles de identificar por
el timbre…”
La
infiltración en el Vaticano ha quedado reflejada, incluso al hablar de
órdenes luciferinas o satánicas. Y el ejemplo que acabamos de exponer es
sólo uno más entre otros muchos que así lo prueban.
Bastantes
organizaciones han deseado tener presencia de una forma u otra en el
Vaticano, para obtener información útil o controlar a éste y a la
Iglesia. Y muchas son las organizaciones que, en la actualidad,
consiguen esos fines. El presente trabajo nos ha acercado un poco a esas
organizaciones y a esa realidad que supera la ficción y que pasa
desapercibida ante los ojos de una inmensa mayoría de mortales,
incluidos un buen número de católicos ajenos a la conspiración descrita.
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