Por: Eugenia Lerner
¿Qué es el chamanismo?
El chamanismo es un sistema de sanación, un camino de sabiduría ancestral, una filosofía práctica, una disciplina espiritual y una forma de vida. Se estima que tiene entre cuarenta y veinte mil años de antigüedad.
Surgió en diferentes partes del Planeta (en todos los continentes) y no fue ni es exclusivo de ninguna etnia en particular. Se ha practicado y se practica en diversas regiones geográficas y climáticas: selvas, bosques, montañas, planicies y desiertos, tundra, ártico, y costas; y en zonas de variada densidad de población, desde las más pobladas hasta las más aisladas de la naturaleza.
Tantos años y tantas culturas han dado lugar a una gran diversidad de tradiciones chamánicas, por lo que a veces resulta difícil englobarlas a todas en una misma disciplina. No obstante, se puede hablar de “chamanismo” (en singular) porque estas tradiciones comparten una cosmovisión, una...
búsqueda, y una forma de relacionarse con la vida y el medio ambiente.
La cosmovisión chamánica se basa en una serie de premisas o principios, que se pueden sintetizar de la siguiente manera:
- - Todo es energía
- - En el Universo todo está conectado
- - El Universo tiene un aspecto material y otro Espiritual
- - El aspecto Espiritual crea el material.
- - El aspecto Espiritual no está separado del material, aunque lo percibamos como separado.
- - Podemos experimentar las conexiones y comunicarnos con todas las cosas
- - Podemos aprender, obtener ayuda, sanación y guía de los elementos de la naturaleza
- - Podemos acceder en forma consciente y deliberada al plano Espiritual para conectar con fuentes de Amor, Poder y Sabiduría y co-crear nuestra experiencia de la realidad
- - Podemos comunicarnos con la naturaleza y el mundo Espiritual a través de experiencias directas, simbólicas y/o intuitivas.
Esta cosmovisión es (en términos actuales) simbólica, ecológica y holística.
Los chamanes sabían desde épocas ancestrales, muchas de las cosas que fueron corroboradas por la ciencia en nuestros días. Sabían por ejemplo: que materia y energía son un continuo, que la energía puede transformarse en materia y la materia en energía, que nuestra consciencia e intenciones influyen y modifican tanto a la materia como a la energía.
Los cuatro pilares de la práctica
Para comprender cómo se realiza la práctica chamánica resulta útil diferenciar cuatro fases o aspectos, que denominaremos pilares. Si bien se describen por separado, porque cada uno constituye un procedimiento específico, en realidad se hallan en constante interacción, son interdependientes y su práctica transcurre en un proceso circular. Proceso circular en el sentido de que una vez realizados los cuatro pasos, el proceso suele enriquecerse con un nuevo ciclo a partir del anterior. Por otra parte, el orden de estas fases es dinámico y variable, de manera que no siempre es necesario seguir la misma secuencia.
Los pilares son:
- Establecer el objetivo o propósito
- Construir la energía o el poder
- Limpiar o liberar el camino
- Conectar con fuentes de ayuda
Establecer el objetivo o propósito:
Establecer el objetivo o propósito es definir qué queremos lograr en el presente y/o para qué vamos a realizar una práctica en particular.
Los propósitos pueden ser amplios y generales o concretos y específicos. Incrementar el nivel de energía, crecer espiritualmente, armonizarse, lograr bienestar, paz, tener más confianza, serían ejemplos de propósitos generales. Los propósitos concretos se definen en forma más acotada y precisa. Ejemplos de estos serían: tener más energía disponible para correr un rato a las mañanas, tener actitudes más amables con alguna persona en particular, resolver un conflicto determinado, valorar algo en especial, relajarse antes de dormir, dar el siguiente paso en el desarrollo de una habilidad o destreza.
En líneas generales podríamos decir que cuando establecemos objetivos claros y específicos podemos ser más efectivos. Esto no quiere decir que no debamos proponernos algo general, sino que suele ser más útil trabajar con algo en particular, sobre todo si estamos en pleno aprendizaje o poniendo algo en marcha.
Si bien desde la perspectiva espiritual estas precisiones no serían necesarias, puesto que el Espíritu todo lo sabe, para el resto de nuestro ser, o sea nuestro aspecto físico, emocional y mental la especificación es de gran ayuda.
Definir qué queremos alcanzar no implica “garantizar” resultados, porque las cosas no siempre se desenvuelven en tiempo y forma de acuerdo a nuestros criterios, deseos, y expectativas personales, sino que se desenvuelven de acuerdo a las vibraciones del espíritu.
Establecer un propósito es definir hacia dónde queremos ir y cómo vamos a responder a nuestras circunstancias, qué queremos cambiar y transformar en relación a nuestra experiencia de la realidad, qué queremos ser, hacer o pensar. Implica definir una dirección y hacer todo lo que se requiere para llegar allí.
Construir el poder o la energía
Todos los seres humanos tenemos o en realidad, somos energía. La energía es vibración, movimiento. El poder es la capacidad de dirigir la energía hacia algún objetivo.
Incrementar la energía quiere decir aumentar la vibración o el movimiento, en cualquiera de los niveles de expresión: físico, emocional, mental y espiritual. Incrementar el poder significa aumentar nuestra capacidad para dirigir en forma consciente y voluntaria la energía hacia un objetivo determinado.
Cuanta más energía le damos a algo, mayor será su despliegue. Cómo le damos energía? Fundamentalmente a través de la atención y la intención. Pero además de energía, necesitamos poder, o sea ser capaces de conducir esa energía hacia una meta. Cómo dirigimos la energía? Básicamente a través de los procesos de elección. Qué elegimos? Elegimos por ejemplo, el valor que tienen las cosas para nosotros, su importancia y su significado. Elegimos también nuestras intenciones, acciones, pensamientos e imágenes como así también las técnicas o métodos más adecuados para alcanzar nuestros objetivos y transformarnos.
Despejar el camino
Esta es otra parte fundamental de nuestra práctica: liberar el camino de bloqueos e interferencias para que la energía y el poder puedan fluir adecuadamente.
Cuáles son los bloqueos fundamentales? Sintéticamente podemos decir que:
A nivel físico: el exceso de tensión muscular
A nivel emocional: los miedos, la ira y la culpa
A nivel mental: los conflictos, dudas y confusiones
A nivel espiritual: la falta de fe y confianza
Qué ayuda a liberar estos bloqueos?:
A nivel físico: la relajación
A nivel emocional: la aceptación y la calma (sanar el miedo, la ira y la culpa)
A nivel mental: la decisión o elección (resolver conflictos, dudas y confusiones)
A nivel espiritual: conectar con la Fuente
Conectar con fuentes de ayuda
El camino chamánico busca integrar la experiencia espiritual en el mundo material. No busca trascender el mundo físico, sino armonizar nuestra relación con él y experimentar ambos mundos (espiritual y material) como dos aspectos integrados de una misma Realidad. El mundo material es el aspecto manifestado y el mundo espiritual el aspecto invisible e inmanifestado.
Todo lo que existe en el planeta tiene su contrapartida espiritual, con la que podemos conectar, intercambiar energía e información. En el mundo espiritual existen además espíritus, energías o fuerzas de ayuda con las que el practicante puede interactuar. Estas energías o fuerzas nos brindan guía, conocimiento, enseñanzas, protección y ayuda permanente en nuestras vidas, aún cuando no siempre somos conscientes de ello. Podemos conectar en forma consciente y deliberada para buscar orientación, sanación, amor, poder y sabiduría.
Según esta perspectiva, todos contamos con fuerzas de ayuda, lo creamos o no. Devenir conscientes de esta conexión nos permite ir más allá de nuestros límites personales y trascender nuestra sensación de separación de la Fuente.
Las fuerzas espirituales colaboran incondicionalmente con nosotros, nuestros propósitos, crecimiento y desarrollo; responden a nuestras preguntas y pedidos. A través de la práctica aprendemos a escuchar e interpretar sus respuestas.
Habría mucho más para decir sobre cada uno de estos temas, pero aquí sólo he querido hacer una breve presentación y ahora, un último comentario.
Desde tiempo inmemorial los chamanes han acumulado observaciones y experiencias acerca de la vida y de lo que nos ayuda a vivir en armonía en el Planeta. La práctica chamánica puede ser vista como algo “sobrenatural”, pero en realidad sólo abarca una mayor extensión de lo natural. Esta práctica va más allá de la percepción habitual, de las nociones que limitan la existencia a aquello que podemos pensar, ver, tocar o escuchar.
Para transitar este camino no es necesario partir de la confianza. El chamanismo es una disciplina pragmática que se sustenta en la comprobación personal. La confianza cuando no es punto de partida, suele ser un punto de llegada y surge como consecuencia de persistir en una práctica adecuada.
A medida que se gana experiencia se incrementa la confianza y cuanta mayor confianza mayor efectividad. El proceso nuevamente es circular: la experiencia fortalece la fe y la fe nos abre a niveles cada vez mayores de efectividad y experiencia.
Cada uno está en algún punto del círculo. Para seguir avanzando necesitamos definir hacia dónde queremos ir, incrementar nuestra energía, despejar el camino y recordar que siempre contamos con ayuda. Cuando construimos los pilares, el Universo nos ayuda a edificar.
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