Encontrar un buen nombre para un producto no es fácil. Algunas
empresas invierten cuantiosas sumas de dinero en dicha tarea, después de
que los gurús del naming hayan sentenciado que una
denominación atractiva y, sobre todo, fácil de memorizar, es fundamental
para el éxito. ¿Pero qué ocurre cuando el nombre nos viene de otro país
y aquí significa algo malsonante o ridículo? ¿O cuando el paso del
tiempo permite nuevas lecturas humorísticas de una marca hasta ahora
venerable?
Lo normal es que se decida un cambio en la denominación. Sin embargo,
por distintas circunstancias, hay veces que ésta se mantiene y llega
hasta nosotros con su vis cómica intacta. Esta entrada es una
celebración de los mejores casos en comidas y bebidas. La mayoría son
vinos -no me preguntéis por qué-; también hay productos que, por
desgracia, nunca se han llegado a vender en España, o puros
despropósitos que ni siquiera tienen justificación por venir de otros
idiomas. Pero todos entretienen, que es de lo que se trata.
La bodega de prosecco, espumoso típico de la región italiana del
Veneto, debe su nombre al apellido de sus dueños, los Follador. Estos Fockers
del vino llevan produciendo en su país desde el siglo XVIII, pero fue a
partir de los setenta cuando se convirtieron en una de las marcas más
potentes de su variedad. El prosecco arrasa en otros países europeos y
en Estados Unidos como alternativa barata al champán, pero en España aún
no ha cuajado imagino que por la potencia del cava. Llegan algunas
botellas, sí, pero en caso de que quisiera abrirse mercado en serio por
estos lares, a Follador no le quedaría otra que etiquetarse bajo otro
nombre. O quizá no: nadie olvida una denominación tan contundente.
Fundada en 1935, Cuatro Rayas es una primera potencia del blanco de
Rueda, con una producción de 11 millones de botellas al año y
exportaciones a medio mundo. Se llama así en referencia a los cuatro
lindes municipales que dividen sus viñedos. De los años treinta a los
setenta, su nombre era tan inocente como el de Marqués de Riscal o Don
Simón. Pero a partir de los ochenta, la palabra "raya" comenzó a
utilizarse para identificar la dosis de ciertos polvitos que toman los
jóvenes para animarse cuando están un poco alicaídos. Desde entonces, el
chiste fácil está servido: "las cuatro que te metes después de tomarte
una botella", "el vino favorito de mi camello", etcétera. Si yo fuera el
propietario de esta bodega, huiría hacia adelante y lanzaría nuevas
variedades como Tres Rulos o Cinco Pollos.
En realidad el vino se llama Tokaj Aszú, Oremus es la bodega y puttonyos,
el grado de dulzura de estos caldos húngaros. Pero lo que a los
españoles nos hace gracia es la combinación de una palabra religiosa con
otra que mezcla prostitución y anatomía femenina. Humor básico, sí,
pero efectivo. La risa, en este caso, no es barata: una botella
normalita de medio litro sale por 63 euros, y algunas variedades llegan a los 231.
Curiosamente, la bodega pertenece a un grupo español, Vega Sicilia, que
por ahora no ha considerado la posibilidad de traducir puttonyos por "azúcares de la lejana Hungría".
Alabado sea el putonnyo. / TOKAJ-OREMUS
Cuando Emily y Mark Ellenberger decidieron llamar Kagan a su bodega
no estaban pensando en el acto de defecar, sino en el nombre de su
pequeño barquito de vela. Lo que me sorprende es que, siendo de Texas,
no tuvieran ningún hispano cerca que les dijera lo que significaba la
palabra homófona en español. O quizá simplemente les dio igual y
pensaron que nadie del servicio iba a comprar sus vinos de a 40 euros la
botella.
100% libre de bacterias coliformes. / KAGAN
GELATINA EXTRA COLÁGENO
Uno de los casos más extraños de naming
español. ¿Seguro que es buena idea llamar a una gelatina de fresa Extra
Colágeno? ¿No remite inconscientemente esta palabra al mundo de la
química, la cosmética o en el peor de los casos, al extracto de placenta
de algunas cremas? Un pequeño detalle de esta imagen que me envió hace
tiempo un lector, Julio Manteca, confirma mi sospecha de que estamos
ante un producto inquietante y posiblemente demoníaco: la fecha de
caducidad es de un día que nunca existió.
Lo tiene todo, menos lo de ser apetitosa / JULIO MANTECA
"En lo más íntimo, quiero Chilly", dice el
lema del anuncio. Y ya puestos, ¿por qué no un pimiento de Padrón untado
en wasabi? Aunque ya había hablado de ella en algún Aló Comidista, no puedo dejar de incluir esta maravillosa crema vaginal en la lista de nombres estrambóticos. Chilly es frejquito
en inglés, pero en español suena justo a lo que necesitas cuando te
arden los bajos: un chile bien picante. Por el contrario, en México,
Guatemala o El Salvador sí tendría más sentido quererlo en lo más
íntimo, porque allí chile en argot significa pene.
Lo quiere justo ahí. / CHILLY GEL
Tenemos una nueva bebida vegetal
sustitutiva de la leche. Es buena para el colesterol y el tránsito
intestinal, tiene poca grasa... y está hecha con alpiste. ¿Cómo la
llamamos para que resulte atractiva para el consumidor? Pues igual que
la comida de los pájaros, que todos estos macrobióticos e intolerantes a
la lactosa son muy raros y seguro que les gusta comer lo mismo que su
jilguero. Y encima le vamos a poner unas manchas como de piel de vaca al
envase, pero en color amarillo canario.
Alpiste suena regular, pero 'canary grass', todavía peor. / SORIA NATURAL
POTA
Llamar "vómito" a cualquier producto de alimentación es feo, pero
puede resultar apropiado si estamos hablando de una crema de verduras
chunga de tetra-brik. Claro que los potenciales compradores de Pota no
tienen ni idea del significado de esta palabra en jerga española, porque
son japoneses. Esta...
delicia existe en cuatro sabores: los dos de la
foto -setas y calabaza- y otros dos que aparecen
en el blog Jamón en Japón cuyo contenido no soy capaz de descifrar. Sólo me pregunto una cosa: ¿las cremas estarán bien trituradas o tendrán trocitos?
Parece que alguien en Gijón se tomó en serio lo de Hijo de puta hay que decirlo más de La Hora Chanante. Ejemplo universal de naming
agresivo y malsonante, la marca asturiana no sólo factura los orujos
Hijoputa, sino también los licores Lavandera, Sin Vergüenza y Que Te Den
Por El... Culo. La joya de la corona, dentro de la gama Don Pedo, es el
el
delicadísimo Licor de Mierda. Muy fino todo, como el diseño de su tienda online. Además de un gusto exquisito para el branding, esta marca ha tenido problemas tanto para registrar el nombre –los finolis de la Unión Europea no lo veían bien– como de cariz interno.
La foto es regulera, pero el concepto está clarísimo / NOTIMUNDO
La bebida oficial de La Parguera, un local de Lajas (Puerto
Rico), es marca Coño. ¿A que no se os ocurre un nombre más sugerente
para una sangría? Poco sabemos de sus imaginativos autores, ya que el
único rastro del local que hemos encontrado en internet es su página en Foursquare. Amigos de Puerto Rico, si tenéis más información, ¡hablad!
CHOCHITOS RICOS
Laura me
manda a través de Twitter este glorioso ejemplo de naming chungo: los
Chochitos Ricos. Un chochito siempre apetece, pero si es con mantequilla
de Cantabria, ¡mucho más!
PUTO
¿Que no te gustan los Chochitos y prefieres un Puto filipino? Pues no
tienes más que viajar a aquel país e ir a una tienda a comprarlo.
Además te puedes hacer un bizcocho con él. Esta maravilla la comparte
con nosotros Toni Ponce.
¿Conoces algún ejemplo más de nombre incorrecto de producto de alimentación? Compártelo en los comentarios.
Esparragos "COJONUDOS"
¡La chocolatina "COSTO"que te pone fina!
PUTO
¿Que no te gustan los Chochitos y prefieres un Puto filipino? Pues no
tienes más que viajar a aquel país e ir a una tienda a comprarlo.
Además te puedes hacer un bizcocho con él. Esta maravilla la comparte
con nosotros Toni Ponce.
ANO
A pesar de sus apetecibles fiestas rectales, tengo ciertas dudas sobre si esta marca danesa podría triunfar en España. Envío de Fran Estevan.
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