- Estimado amigo ¿Has pensado alguna vez en casarte?
- Si, hace ya tiempo que pensé en hacerlo – le contestó el sapientísimo imán -. Cuando era joven, un día, después de mucho reflexionar, decidí que no me casaría hasta encontrar a la mujer ideal. Caminé muchísimo, no me pararon ni bosques ni desiertos, fue en Bagdad donde encontré a una mujer muy hermosa, dulce como la miel y espiritual como un angel, pero, desgraciadamente no sabía nada de las cosas de este mundo. Apesadumbrado, continué mi viaje hasta llegar a Damasco, allí conocí a una mujer que no solamente conocía las cosas de este mundo y del espíritu sino que además era una magnífica cocinera, pero, para mi desgracia no era hermosa. Fue cuando me di cuenta que debía viajar hasta Samarcanda para ver si por fin mis deseos se veían cumplidos. Una vez en esa ciudad, tuve la ocasión de cenar en casa de una bellísima mujer, muy religiosa, magnífica cocinera, y conocedora de las cosas de este mundo. Pero, me rechazó al proponerle matrimonio.
- ¿Qué tipo de fatalidad sucedió, para que esa excelsa mujer te rechazara?
- Muy, sencillo – respondió el mulah Nasrudín – ella a su vez estaba buscando al hombre ideal.
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