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jueves, 19 de febrero de 2015

TODO ESTA PREPARADO EN EL TEATRO MUNDIAL, SILENCIO: ¡COMIENZA LA FUNCIÓN!




Mientras se derrumba España sobre sus propios cimientos a causa de la corrupción, alcanzando ya a presidentes autónomos y otros bellacos de las altas esferas, y Europa da síntomas de que su era ha concluido con el símbolo de la llegada a los puertos de Grecia de parte de la Armada China —lo que presupone su cambio de polaridad y hace presumir su inmediata salida de Europa-OTAN—, voces no-oficiales, que son las que mayor credibilidad tienen en estos tiempos falsarios, afirman que apenas hace un par de días se ha hecho estallar un misil táctico con cabeza nuclear en Donestk. Alguien parece haber decretado que se suba el telón y que comience la función de este último acto.

Probablemente nada de cuanto está sucediendo ahora sería creíble hace solamente unos meses. Quienes se atrevían a entrever que Ucrania podría ser la piedra que detonara un conflicto nuclear, sin duda pasaban por locos; pero la situación ha cambiado radicalmente, y no solo en este país en el que las potencias han cocinado durante los últimos dos años la «Guerra del Fin del Mundo». No lo entrecomillo porque verdaderamente considere que vaya a ser o suponer la extinción del género humano o algo parecido, sino porque sí estoy seguro que es el detonador del cambio de Era, aunque no hacia la Dorada precisamente. Visto como un hecho aislado el suceso de Ucrania, la situación por sí misma es muy peligrosa, especialmente por cuanto, después de haber completado EEUU-OTAN el despliegue de sus sistemas antimisiles y de sus cazabombarderos estratégicos con capacidad nuclear en todo el perímetro ruso, ya se han comenzado a usar, por lo que se ve, armas tácticas, en lo que supone de facto una escalada de una dimensión sobrecogedora. Eso, y que según esas mismas fuentes «independientes» hay al menos otros cuatro misiles tácticos más, listos para ser usados en cualquier momento, sin duda para tratar de dar un giro a una situación que los expertos en estrategia militar aseguran que no tiene solución de victoria para ninguna de las partes combatientes por las vías convencionales.

Un suceso, este, ya digo, de por sí extremadamente grave como para poder pasarlo por alto, pero que, sin embargo, ni es el único, ni supone un hecho aislado. Grecia y la Europa de Merkel no se entienden y, por lo que se ve, los griegos han cedido sus puertos a la Armada China, no queda claro si jugando al órdago con la disputa sobre su endeudamiento con los tiburones del FMI, el BE y el BM, o si rompiendo en mil pedazos la disciplina europea y la alianza militar que la sostiene, porque de pasarse al «otro bando» y de insertarse en la economía del Grupo Brik, sería el primer paso de un desfile que más pronto que tarde llevará a otros países europeos, como España, Portugal, Italia e incluso Irlanda, a cambiar de aires y marcar otro paso. Y no se trata solamente de...
que «cambie» el protagonismo de quienes la puedan prestar el oxígeno monetario que la permita seguir existiendo como país, sino que de integrarse en la estructura del «otro bando» a cambio de su supervivencia, supondrá que los adversarios de la OTAN, China y Rusia, en realidad tendrán cercados a aquellos de la OTAN y los EEUU que se creían estar cercando a los rusos. El teatro de operaciones, en tal caso, quedaría invertido. De ser así, en realidad los estarían «embolsando» al abrirles un frente en vanguardia y otro en retaguardia. Nada simple, pero que parece estarse verificando. Incluso en estos momentos en que esto sucede, cobran ciertos visos de credibilidad las voces que afirmaban que el accidente aéreo de los militares griegos de hace unos días en España, en realidad fueron una especie de guiño de advertencia. A saber.

Para completar el elenco de actores, Netanyahu les propone en estos días a los judíos residentes en Europa que regresen rapidito a Israel porque aquí no están seguros, cosa por de más extraña donde las haya de no ser porque tal vez sabe algo que dice sin pronunciarlo —y parece ser que al menos los judíos franceses le están haciendo caso y se están yendo en oleadas—, y el ISIS, en una promoción coreada contranatural hasta el hartazgo por todos los medios oficiales, escenifica el crudelísimo sacrificio «animal» de 21 egipcios la semana pasada, y hoy mismo quema vivos a 47 ciudadanos iraquíes, incendiando con ello el Norte de África —justo enfrente de Italia y a no mucha distancia de la misma frontera española—, ya que Egipto ha desenterrado también el tomahawk de la guerra. Ardiendo como una pira el Oriente Medio desde Omán a Turquía y desde Irán a Israel, y a punto de entrar en ignición Europa a causa de Ucrania, ahora se incendian también el sur de Europa y el Norte de África, y nada hace pensar que este sainete vaya a ser cómico precisamente, sino toda una tragedia de dimensiones épicas. Y califico a la tragedia, porque en la guerra que se está librando en todos estos frentes no están respetando las Leyes de la Guerra ni la Convención de Ginebra, sino que todo cuanto nos está llegando de ella la presenta como una confrontación de exterminio, sin piedad ni prisioneros. De la crueldad y el sadismo que se está alcanzando en todos estos frentes es difícil encontrar parangón en la Historia, y tal vez, para hallar episodios semejantes, habría que remontarse miles de años atrás, cuando allá por entonces se degollaba ritualmente a los vencidos. Un nuevo tipo de confrontación que parece recomendar a quienes se ven involucrados que lo mejor que pueden hacer es morir combatiendo porque, en el peor de los casos, será una muerte más piadosa que si se cae en las manos de los adversarios.

Europa podría resistir y enfrentar una situación tan extremadamente compleja, si Europa no fuera el esperpento que es ahora; pero lo es, y está asolada por la corrupción de un extremo al otro y regida por intereses espurios que ni siquiera son europeos. En cierto sentido, se diría que se ha desatado una especie de locura colectiva que ha abarcado por completo a la población del viejo continente, y que ni nadie quiere entender, ni siquiera ver cómo el tren amenaza ya con pasar por encima de todos nosotros para no dejar tras de sí sino escombros y cadáveres. Europa ha perdido el norte en esta representación, y lo ha hecho gracias a los corruptos y quién sabe si a las sociedades discretas o secretas que han conspirado durante siglos precisamente para esto. De una u otra forma, por una u otra causa, mayoritariamente la población misma ha dejado de creer en sus dirigentes, y no ve en ellos, lo mismo que en los organismos trasnacionales como el FMI o el BM o la ONU, sino oportunistas y mentirosos que defienden solamente, o bien sus propios intereses personales, o bien intereses espurios que nada tienen que ver con el bienestar social de los ciudadanos. Es más, todo parece indicar que cuanto está sucediendo solamente podría ser posible si hubiera una especie de inteligencia rectora, porque la interpretación de este concierto está siendo demasiado precisa como para que avance al ritmo y con la exactitud para la catástrofe con que lo hace. Si solamente unos meses atrás sería impensable que se pudiera verificar un escenario como el que puede apreciarse que nos envuelve, hoy tenemos ya al enemigo al otro lado del Estrecho y sobre nuestras cabezas la espada de Damocles de un conflicto potencialmente nuclear que se ha salido de sus cauces. ¿Y qué dicen las noticas, de qué se enteran los ciudadanos sobre todos estos acontecimientos que tanto y tan directamente les conciernen?...: de la corrupción política, de la corrupción de la Banca, de la corrupción de los sindicatos, de la corrupción, de la corrupción, de la corrupción…, y de los líos sexuales de algún tipejo que nos interesa un ardite, o que viendo la película «Cincuenta sombra de Grey» te pones como una moto. ¿Puede entenderse este desvarío?...

Por un lado, las propias naciones europeas, como España, están colapsando bajo el insoportable peso de la corrupción de sus gobernantes, y por otro nos mantienen estupidizados con una sexualidad aberrante y orbe de ocio y fútbol mientras nos mantienen sentados en un barril de pólvora al que alguien ha prendido fuego. La realidad y la confusión es de tal magnitud, que no queda nada claro quién es, en la presente tesitura, el mayor de todos los enemigos, si los que están al otro lado del Estrecho con el cuchillo en la mano izquierda, los que ya han subido el tono con el uso de armas tácticas con cabeza nuclear en el Este de Europa, si los chinos que han desembarcado en Grecia o si los fraternales hijos de la desolación que se reúnen en Berlín, Bruselas o el Palacio de la Moncloa. Pero de lo que no cabe ninguna duda, es que por índice de probabilidades no es posible que estallaran tantos y tan peligrosos conflictos a todos los niveles al mismo tiempo, a no ser que haya una mano negra que dirija las etapas de progreso del conflicto con la estudiada precisión con que lo está haciendo. Un conflicto al que ya se le puede ver en el horizonte con la posibilidad cierta de que nos alcance de pleno en algunos meses más, no muchos, y que tengamos que vernos las caras con esos u otros demonios, porque todavía quedan cartas por salir en esta Partida del Demonio. La escalada internacional está siendo muy rápida, imprevista y pronunciada, y el efecto multiplicador que está teniendo el terrorismo exterior que inflama al interior de los llamados «lobos solitarios», puede ser devastador, porque unido al descrédito en los propios dirigentes, pronto los ciudadanos van a comenzar a mirar a sus compatriotas o a los residentes que proceden de países árabes como a potenciales enemigos, en cuyo caso es más que factible que se dispare no solamente el pánico social interétnico, sino que también se generen problemas de histeria colectiva de hondo calado. Y de todo ello, lo más peligroso y lo más temible en situaciones tan delicadas, es a quiénes tenemos dirigiéndonos en el caso de que el conflicto nos alcanzara. Si son torpes para robar y hasta para expresarse cuando el sosiego ha sido total y han tenido todas las herramientas en la mano, no quiero pensar qué sería de nosotros en una situación tan extrema a causa de sus decisiones. Mejor que mejor, que hagamos lo necesario para salvarnos solos, antes de que tengan estos la tentación de salvarnos.

Retirándose lo suficiente como tener una visión de conjunto, lo que se aprecia es el efecto desolador de aquello que con cierta alegría se nombró como las «Primaveras Árabes». En todos los países en los que han intervenido las coaliciones salvadoras, terminaron por sembrar la semilla de solemnes infiernos que ya amenazan con tragarnos a todos. Y lo peor, es la insistencia de algunos restringidos medios independientes en afirmar que en ninguno de esos casos, lo mismo que en la fundación del ISIS o en la revolución que sumergió a Ucrania en esta guerra imposible, intervinieron los servicios de inteligencia —perversa, en todo caso— de algunas potencias. A nadie en su sano juicio se le pasa por la cabeza que EEUU admitiera una situación semejante en sus fronteras a que se está dando en las de Rusia, ni que este bloque desplegara con impunidad misiles tácticos, estratégicos o toda una flota de aviones furtivos capaces de alcanzar cualquier objetivo tierra adentro; sin embargo, Rusia parece asumirlo contranatural, quizás, como ya apunté en otros artículos, porque el conflicto venidero sea interesante o conveniente para ambos grupos: la conspiración de las conspiraciones. Ya he escrito mucho sobre esto, y no solamente en mis artículos, sino también en algunas de mi última novela. Los vínculos que existen entre los potenciales enemigos, en realidad son lazos fraternales que están muy por encima de las aparentes diferencias o enemistades, y más da que los dirigentes de ambas alianzas más actúan como animadores del conflicto que como defensores incluso de sus propios intereses nacionales. Es en este orden, precisamente, y mucho más allá de las conocidas «estrategias» de Albert Pike u otros lucefirinos notables, en el que cabe preguntarse sobre los objetivos verdaderos que se persiguen: no es territorio, no es poder tradicional o político en un mundo desolado por la guerra, el dinero valdrá de poco o de nada en muy poco tiempo, no se puede argumentar ya la cuestión del apropiamiento por la fuerza de los recursos naturales ajenos, ni siquiera de los intereses de ciertas compañías o Estados por comercializar los suyos en contra de la conveniencia de sus rivales… ¿Y entonces?... Es aquí donde lo que parecía locura parece cobrar sentido en estos momentos, dejando al descubierto quizás la solución más simple y sencilla, y también la que siempre estuvo más a la luz: Poder y dominio total, a secas, pero ya sin la estructura nacional o de Naciones. Visto así, desde esa distancia a la que me refería, tiene mucho sentido cuando está sucediendo, el periodo de paz que supuso el fin de la Guerra Fría y el aunamiento científico para desentrañar las secuencias del Árbol de la Vida, la absurda construcción en tiempo de paz de Cúpulas del Fin del Mundo en las que almacenan semillas y genomas de todas las especies, la inversión astronómica que han realizado para construir toda una red de ciudades subterráneas, los grandes atentados que dispararon guerras absurdas, las invasiones por recursos que detonaron profundas crisis, las Primaveras Árabes, el nacimiento de los grupos extremos y los conflictos directos entre potencias sobre las líneas rojas de sus propias supervivencias. Todo ello tiene ahora mucho sentido, acaso demasiado, particularmente cuando en este mismo tiempo se ha avanzado sin freno en Occidente —los únicos ciudadanos que podían detenerlo— en la dirección del control de la población, la restricción de las libertades y el establecimiento tácito, con la excusa de luchar contra el terrorismo, de la censura y el Estado Policial. A cambio de esto, se ha disparado el desarme moral y se ha disipado la tensión generada con el ocio, especialmente con los deportes y los espectáculos, narcotizando así los sentidos de los más simples y creando unas anteojeras que impidieran ver la mano del mago que estaba haciendo los trucos. El control de la información, ya en manos de unos pocos «inversores» que militan en las mismas fraternidades discretas, ha hecho el resto del trabajo, presentando unas sociedades occidentales revueltas pero en orden, y desviando la atención hacia asuntos que no la merecían.

El resultado ha sido un mecanismo que se ha ido cerrando con una precisión matemática, el cual dispone, además, de numerosos sistemas de seguridad para controlar su estallido. Ya no está el adversario allá lejos, sino ahí al lado y, lo que es peor, dentro, y la marejada que pareció agitar el lago de fuego de infiernos lejanos, ya es un tsunami que amenaza con ahogarnos. Alguien, de eso no hay ninguna duda, a ordenado: «Silencio: comienza la función». Veremos, sí, porque las luces de la sala se han apagado, se han encendido las candilejas y los actores ya están en el escenario. Comienza el último acto.

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