Mucho se habla del fanatismo religioso del mundo musulmán, pero en realidad el estado actual más teocrático del mundo, el que sigue anclado de verdad en la más fanática y prehistórica visión religiosa del mundo no es Irán o Arabia Saudí, sino el supuestamente occidental estado de Israel.
Cualquier persona civilizada se indigna cuando el ayatola de turno emite una fatwa condenando un comportamiento blasfemo o impío y pidiendo muchas veces la ejecución del transgresor, pero no hay que olvidar que en la mayoría de los casos (por suerte) estos talibanes no detentan el poder real en sus respectivos y atrasados países. ¿Se imaginan que Irán, Arabia Saudí o cualquier teocracia islámica tuviera en su legislación un artículo que dijera que se puede destruir la vivienda o matar impunemente a los familiares o conocidos de un presunto delincuente? Con total seguridad, el mundo civilizado en... pleno montaría en cólera frente a tamaña insensatez y desproporción medieval en el castigo, puesto que en cualquier sistema penal avanzado los delitos son individuales y sólo afectan a aquellos que los cometen. ¿Seguro? pues no tanto porque en pleno siglo XXI y dentro de una hipotética democracia parlamentaria existe un supuesto estado de derecho que cumple a rajatabla la ley mosaica del "ojo por ojo, diente por diente" y que castiga bíblicamente a los familiares, amigos y conocidos de cualquier supuesto delincuente o terrorista. En este país, basta la sospecha de que un individuo ha cometido un delito contra Israel o contra cualquiera de sus ciudadanos para que sin investigación policial alguna, sin dictamen judicial que valga y sin capacidad de apelación posible, los supuestos delincuentes puedan ser encarcelados durante décadas en cárceles secretas o asesinados impunemente y además todo aquel que haya mantenido cualquier tipo de relación con el acusado pueda ser castigado de las más variadas maneras siguiendo la tradición bíblica de ese rencoroso Iahvé que culpaba a los hijos y a los nietos de los pecados de los antepasados.
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