En aquella época pre-euro, Bernard Tapie era el dueño de la marca deportiva Adidas, en la que el banco público francés tenía una participación. La empresa llegó a acumular un agujero de casi 13.000 millones de pesetas. El Credit Lyonnais se hizo con la empresa y la vendió triplicando el precio de compra (37.000 millones), en una maniobra considerada una estafa por...
dueño mayoritario. Desde entonces, Tapie batalló judicialmente para obtener una compensación.
Lagarde protege a Sarkozy
Después de miles de peripecias en los tribunales, el Gobierno de Sarkozy creó un instrumento jurídico, supuestamente independiente, que obligó al Estado francés a pagar a Bernard Tapie más de 400 millones de euros, como reparación de la supuesta injusticia. En la cifra se incluyen 45 millones en concepto de “perjuicio moral”. Lagarde era entonces Ministra de Economía en el gabinete de centro-derecha.
En plena crisis de subprimes europea, Berlín maniobró para que un representante del, más que nunca, Viejo Continente siguiera al timón del FMI. Para París estaba claro que un francés debía tener otra oportunidad
Todo parece indicar que la reparación de la injusticia a Tapie fue una decisión política del jefe de Lagarde, el propio Sarkozy. A la directora del FMI se le reprocha no haber frenado la decisión, como podía haber hecho en función de su cargo, después de las consideraciones en contra que emitieron expertos juristas externos e, incluso, de su propio gabinete.
La imputación “por negligencia” puede ser castigada en Francia con un año de prisión y 15.000 euros de multa. Lo segundo no es problema para Lagarde, cuyo sueldo anual está por encima del medio millón de euros. Lo primero, sí.
Lagarde ha manifestado que no piensa dejar su cargo en Washington D.C. a pesar de las dudas sobre su responsabilidad en el caso. La situación podría considerarse con cautela y una cierta flexibilidad si fuera la primera vez que un Director Gerente del FMI se ve implicado en un escándalo judicial. Pero no es el caso. Las toneladas digitales de información publicada sobre este último episodio vuelven a hacer sonrojar a una institución que ya había sido criticada por su estrecha receta de soluciones a la crisis financiera y económica y sus errores en sus previsiones y análisis de la actualidad internacional.
DSK, fondo sexual internacional
Lagarde, abogada de negocios en Estados Unidos antes de ser catapultada a la política francesa y al Ministerio de Economía de Sarkozy, parecía el mejor antídoto a la imagen dejada por otro compatriota, el socialdemócrata Dominique Strauss-Kahn. Que fuera otro europeo y también francés el sucesor de DSK hay que agradecéselo al tándem Merkozy. En plena crisis de subprimes europea, Berlín maniobró para que un representante del, más que nunca, Viejo Continente siguiera al timón del FMI. Para París estaba claro que un francés debía tener otra oportunidad.
DSK junto a sus abogados en el juicio contra él por agresión sexual. (Efe)
A diferencia de los españoles, los franceses se apoyan siempre en el exterior, a pesar de no compartir ideología. Lagarde obtuvo el soporte de François Holllande, como antes Sarkozy había apoyado la candidatura de DSK. Pero el líder de la derecha ya había advertido personalmente a la gran esperanza blanca del socialismo francés: “En Estados Unidos no se bromea con el trato a la mujer”.
Que Strauss-Kahn es un excelente economista pocos lo ponen en duda; que es poco menos que un enfermo sexual, toda la clase mediático-política francesa lo sabía y lo sigue pensando. Pero prefirió callarse, arguyendo la hipócrita justificación del “respeto a la vida privada”. A la vida privada del político, pero no de sus víctimas femeninas. Un periodista del diario Libération escribió años antes sobre los problemas de contención sexual de DSK. El periódico censuró el artículo, que fue a parar al blog del autor, Jean Quatremer.
Las toneladas digitales de información publicada sobre este último episodio vuelven a hacer sonrojar a una institución que ya había sido criticada por su estrecha receta de soluciones a la crisis financiera y los errores en sus previsiones
Aun así, DSK fue propuesto como el candidato francés y europeo al cargo de la institución de crédito internacional. Lo peor del caso es que el FMI estaba absolutamente al corriente de los antecedentes sexuales de su nuevo jefe y dejó pasar el asunto. La que pagó las consecuencias de esta otra negligencia fue la húngara Piroska Nagy, que confesó haber cedido a los ataques sexuales de su superior, tras meses de acoso y sufrir el temor a perder su puesto de trabajo. Para sorpresa e indignación de cualquier persona con dedos de frente, DSK siguió en su puesto después de arrepentirse, quizá tras un leve bajón post-coito.
El macho-alfa del FMI fue definitivamente cazado tras el episodio en su habitación del Sofitel de Nueva York con la inmigrante africana Nafisatu Diallo. Acusado de agresión sexual, DSK dejó algunas gotas de semen en la moqueta y todo su prestigio como político y como ser humano. El FMI ya no tenía muchos argumentos para mantenerle en la dirección. Su candidatura a la Presidencia de Francia fue anulada. Y los jueces todavía le cuestionan por otros casos relacionados con proxenetismo de lujo en su país.
Rato, el “ejemplo” español
Antes de los escándalos de los dos políticos franceses al mando del FMI, los españoles debemos recordar que Rodrigo Rato no sólo no dejó grandes recuerdos de su paso como Director Gerente. Rato, considerado por la prensa extranjera durante años como el arquitecto del milagro económico de la primera era Aznar, se ha unido al grupo de exjefes de la institución investigados por la justicia. En este caso, la española, que le acusa de “falsificación de cuentas”, “administración desleal”, “alteración de precio” y “apropiación indebida” en relación con la salida a bolsa de Bankia.
Rodrigo Rato. (Enrique Villarino)
De la vicepresidencia de España al FMI, de Bankia a Telefónica, Rato se convirtió en uno de los símbolos-ejemplo de la indignación contra “la casta político-económica”... Otro oscuro recuerdo para la historia de la organización crediticia de Washington.
Kohler, el bocazas
El alemán Horst Köhler fue el primer político que dirigió el FMI después de la seria y discreta época de los altos funcionarios. Pero el Fondo Monetario Internacional es para muchos profesionales de la política y sus partidos como el Parlamento Europeo: un aparcamiento provisional en el extranjero, a la espera de mejores oportunidades en casa. Y Kohler salió en estampida de Washington en cuanto pudo presentarse como candidato a la Presidencia-florero de su país. Kohler no metió la pata en su puesto de Director Gerente, demostró su estupidez más tarde. Ya como Präsident, justificó la implicación de Berlín en Afganistán argumentando que “dado que es un país dependiente de las exportaciones, Alemania debe asegurarse los circuitos comerciales y prevenir las inestabilidades regionales”. En Alemania no son tan comprensivos como en el FMI; Kohler fue invitado a dimitir sin contemplaciones.
Horst Köhler. (Efe)
El FMI representaba en los 70 y 80 el súmmum del capitalismo más inhumano. Sus críticos se quedaban perplejos, sin embargo, cuando veían que gobiernos de verborrea anticapitalista acudían a Washington para mendigar créditos. Años más tarde, el FMI ha intentado lavar su cara friedmaniana y se ha aggiornado incluso con toques de comprensión hacia los demandantes de menos rigor y más implicación del Estado en la economía.
Pero ese cambio de imagen se ha visto acompañado por algo que muchos no comprenden después de casi 15 años de siglo XXI. Los errores económicos se pueden aceptar. Nadie es perfecto, ni siquiera los supuesto especialistas que se equivocan en miles de millones. Pero lo que no es tolerable es el insulto a la ética, la ceguera ante la indignación no ya de fanáticos radicales, sino de simples ciudadanos informados y hartos de corrupción.
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