Es la teoría de la conspiración, esa que defiende que los atentados del 11-M no fueron planificados y perpetrados por el terrorismo yihadista, sino que fue una conjunción de etarras, socialistas y policías traidores.
Nunca se ha visto nada igual en un país democrático, que diez años después haya gente que siga en una paranoia con la que destrozaron sin miramientos la vida de mucha gente: el comisario de Vallecas cuya mujer se suicidó, el juez del Olmo que enfermó y ha tenido que dejar la carrera judicial, una de las fiscales, o la madre de una víctima, Pilar Manjón. Hay más más. El odio y las gravísimas acusaciones lanzadas por la cadena Cope y El Mundo destrozaron la vida de mucha gente y, a día de hoy, siguen sin pedir perdón.
Durante toda la mañana del 11-M la inmensa mayoría de los españoles creíamos que había sido ETA. Las ruedas de prensa de Zapatero y del Lehendakari Ibarrtxe lo demuestran. Hubo muy pocas excepciones y recuerdo algunas, porque en esas fechas era asistente personal y de prensa del líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero. Conmocionados desde que llegó la primera noticia, estábamos en los estudios de TVE, a donde el líder del PSOE había acudido para dar una entrevista electoral, recuerdo que uno de los policías nacionales que formaban parte de la escolta de Rodríguez Zapatero se me acercó y me dijo: ésta no es la forma de actuar de ETA, esto de explosiones en varios vagones me recuerda más a los islamistas. Tanto yo como el...
resto de escoltas le respondimos que no lo creíamos y que era ETA.
Y esa información llegó a Moncloa, al entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, quien ya por la mañana había rechazado la petición de Zapatero de convocar el Pacto anti terrorista. Si la información la tenía el PSOE era obvio que la tenía el Gobierno, entre otras cosas porque Aznar mantenía excelentes relaciones con Bush. Aznar no sólo se obcecó en asegurar que era ETA, sino que se puso en marcha la mayor campaña política y mediática que ha vivido este país al servicio de una mentira. Acebes, entonces ministro de Interior, lo dijo muy claro, quien se atreva a decir que no es ETA es un antipatriota, un antiespañol.
Hoy hay una opinión unánime en el PP que nadie se atreve a decir públicamente:
A todos aquellos que tengan dudas habría que exigirles que se leyeran la sentencia. Y sin son periodistas que hablen con los servicios de inteligencia de cualquier país del mundo, desde la CIA hasta el Mosad. Pedro J. Ramírez, amigo y admirador de Aznar no podía y no puede dar marcha atrás por dos razones: por lealtad a Aznar y porque no puede o no quiere reconocer que durante años, muchos años, sostuvo una información que siempre supondrá una mancha en su influyente carrera periodística. Pedro J. admira a la prensa anglosajona pero olvida que en los medios anglosajones los directores dimiten cuando publican mentiras a cinco columnas. Y si la teoría de la conspiración la alimentó sin ‘mala intención’, es decir si lo que estaba detrás no era ayudar a Aznar y deslegitimar un resultado electoral democrático, todavía está a tiempo de reconocer que se equivocó. Pero es incapaz, sigue y sigue con su teoría conspirativa que ha dañado su prestigio internacional como periodista. Imagínense la cara de periodistas, por ejemplo, de ‘Time’, ‘The New York Times’ o cualquier otro si alguien les dice: en España hay un conocido es director de periódico que insiste en que los atentados del 11-M no fueron obra de los islamistas. Hasta en una conocida serie norteamericana sobre la CIA y el terrorismo islámico, Homeland, se habla del 11-M. Es como si el director del Financial Times llevara diez años sosteniendo que Elvis Presley sigue vivo.
Toda esta triste historia ha puesto de manifiesto que hay un sector de la derecha española -ni me gusta ni quiero generalizar- con una enorme capacidad de hacer daño que es incapaz de reconocer la verdad si esa verdad implica decir “me equivoqué”. La teoría de la conspiración ha destrozado, literalmente, la vida de muchas personas. Me cuesta creer que Pedro J. Ramírez, Losantos o el actual director de El Mundo, Casimiro García Abadillo, puedan conciliar el sueño al pensar que por sus informaciones un juez perdió la salud y abandonó su carrera, una fiscal ha necesitado ayuda psicológica, un comisario de Vallecas ha visto destruirse a su familia con el suicidio de su mujer y una madre, Pilar Manjón, que jamás superará el dolor de la pérdida de su hijo, se enfrentaba cada mañana a insultos y amenazas por no plegarse a la doctrina del PP y de sus medios afines. ¿Jamás han pensado en el daño causado?. Hoy, todavía hoy, tuiteros de extrema derecha insultan a Pilar Manjón. ¿Y si alguien del PSOE insultara en Twitter a una víctima del terrorismo del PP? Ese sector de la derecha española, que espero que sea minoritario, sigue dando miedo.
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