“Es verdaderamente increíble que se destruyera la pirámide”, asegura Awe por correo electrónico a este periódico. “La empresa constructora era muy consciente de que se trataba de un lugar histórico. O estaban pensando que nadie se iba a enterar, lo cual es increíblemente estúpido, o suponían que podrían destruir el yacimiento y salirse con la suya. Es indignante pensar que no tienen amor por nuestro patrimonio cultural”, remata.
La pirámide era el centro de un asentamiento maya de unos 32 kilómetros cuadrados donde llegaron a vivir unas 40.000 personas y donde se ubicaban 81 edificios de ladrillos de piedra caliza, un material muy apreciado por los constructores para mejorar las carreteras, según la web local 7NewsBelize.
“La pirámide destruida era una de las más grandes en el yacimiento de Noh Mul. Obviamente fue un templo importante, que se usó para destacadas ceremonias y rituales, incluyendo el entierro de miembros de la élite de la...
ciudad”, prosigue Awe. Casi todo el edificio quedó demolido, aunque según el arqueólogo hay una parte pequeña a su izquierda que puede rescatarse. Este miércoles Awe tenía previsto acudir a Noh Mulen para ver qué información podía aún recuperar de la pirámide.
“Nuestras leyes contra este tipo de acciones son claras y contundentes”, continúa Awe, “es ilegal destruir deliberadamente monumentos antiguos". "Seguiremos adelante con nuestro programa de divulgación para sensibilizar al público sobre la importancia y necesidad de preservar el patrimonio nacional. La responsabilidad es de todos, no sólo del Instituto de Arqueología".
El arqueólogo británico Normand Hammond, que trabajó durante más de 20 años en Belice, aseguró a la agencia AP que la demolición de montículos mayas para rellenar carreteras era un problema endémico en el país centroamericano, pero que esto que ha sucedido suena "mucho peor".
Desde el vecino México, el arqueólogo Leonardo López Luján, que dirige las excavaciones del Templo Mayor, en pleno centro del DF, recuerda que este tipo de incidentes sucedían antes en su país con relativa frecuencia. “Ahora pasa mucho menos, porque para emprender cualquier infraestructura tiene que intervenir un equipo de la Dirección de Salvamento Arqueológico”, cuenta a EL PAÍS. Así por ejemplo, la autopista a Acapulco, tuvo que desviar su trazado.
De momento, la policía ha cerrado el yacimiento de Noh Mulen y ha abierto una investigación mientras la fiscalía baraja presentar cargos criminales. Destruir un monumento antiguo está penado con hasta 10 años de cárcel o una multa de 10.000 dólares. La empresa D-Mars ha retirado sus máquinas del lugar.
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