Dicen
que las matemáticas es el idioma universal, y creo que es correcto, no
solo por ser una ciencia mundialmente comprendida sin importar la lengua
que le corresponda al corresponsal, sino por ser la única que logra
explicar lo que aún se encuentra en el universo de lo teórico. Si bien
es considerada una ciencia exacta en la realidad subjetiva, todavía le
falta mucho para serlo, pues solo es exacta en la realidad general,
fuera de los parámetros de la tridimensionalidad de esta dimensión. Pero
es indudable que si existiera un idioma divino, sería las matemáticas.
El “Do” en su infinita sabiduría, emplea este idioma para diagramar su
creación, pues es el único que puede explicar como funcionará en lo
teórico lo increado, antes de ser creado.
La
matemática más elevada es la más simple, aquella que forma la base de
toda la matemática conocida, ésta es la formada por los nueve números
primogénitos naturales, 1,2,3,4,5,6,7,8,9.
El cero (0) fue descubierto
mucho tiempo después por las civilizaciones mesopotámicas, entregado por
los dioses, luego los hindúes lo tomaron y finalmente fue atribuido su
descubrimiento a los árabes.
Toda la creación está formada por energía.
El entramado por el cual se desplazan son los fractales u octavas, estas
energías están divididas en niveles, desde las más altas hasta las más
bajas, más precisamente en nueve (9) niveles de energías diferentes.
Toda la programación y ejecución de la realidad general está basada en
nueve combinaciones de energías que en nuestro caso, realidad subjetiva,
se manifiestan...
en siete (7), las dos (2) restantes son exclusivas de la
realidad general.
El “Do” manifiesta esas energías en forma de octavas
(do-re-mi-fa-sol-la-si-do). Cada nota corresponde a una energía cada vez
más sutil (de más alta vibración) acorde se acerca al “Do”, por
consiguiente a éste le corresponde la número nueve (9) en la realidad
general, y la siete (7) en la realidad subjetiva.
Siguiendo este
razonamiento su correspondencia en la octava descendente en la realidad
subjetiva sería la siguiente: (do=7, si=6, la=5, sol=4, fa=3, mi=2,
re=1) y en la realidad general sería: (do=9, choque=8, si=7, la=6,
sol=5, fa=4, choque=3, mi=2, re=1). Todo número fuera de estos nueve
representa en su reducción, solo a una de estas energías o notas en un
determinado armónico (1º,2º,3º… Octava) por abajo o arriba de la octava
inicial.
Por ejemplo el número 11 tan relacionado a determinados
acontecimientos asociados a la agenda illuminati, le corresponde la
energía (2) (1+1=2) de
la nota “mi” tanto en la realidad general como en la subjetiva, y al
choque (8), en correlatividad en la segunda octava descendente de la
realidad general (11/9=1,22...) 1 octava y 2 notas más de la
octava siguiente. Haciendo el cálculo completo sería
(1+1=2→11/9=1.22...→.2X1,22…= 2,44…) 2,4 = (fa), esto es igual a 2
octavas y 4 notas de la octava subjetiva, que le corresponde la energía
(3) que es el “choque” en la general.
Fecha ideal para un doble choque
para manipular la octava de alguna manera. Como ven toda la matemática
del “Do” está armada en base a polinomios de hasta nueve (9) términos y
hasta nueve (9) incógnitas de base (n) , (Y = a(xn) + b(xn-1) + c(xn-2) +….. d(xn-8)) ,
donde a , b , c y d son números naturales del 1 al 9 de la nota
correspondiente, (x) son lugares espaciales o coordenadas
tridimensionales (números reales), y las bases (n), el armónico que le
corresponde sobre una octava de (7) términos (notas), correlativas del
siete (7) al uno (1), (do, re, mi, fa sol, la, si). La base se obtiene
dividiendo (x) por las nueve energías de la octava de la realidad
general.
Conociendo la función polinómica correspondiente de la octava,
se puede perfectamente conocer el desenlace final de un acontecimiento, o
modificar o crear una nueva línea de realidad o tiempo alternativa
dentro de un suceso específico.
Cada punto de inflexión (lugar donde
cambia de dirección en un gráfico) de la función, corresponde a la
secuencia de influencia de la octava, y cada raíz, (donde la función es
igual a cero) el punto espacial donde influye, sea pasado, presente o
futuro. El “Do” usando una simple función, diseña todo el universo, y
los dioses mayores y menores siguiendo este esquema lo construyen. La
geometría sagrada intenta acercarse a esta arquitectura.
La numerología
quiere emular este conocimiento, pero no tiene en cuenta la matemática
del “Do”, más cerca está la Cábala, pero solo se acota a los
conocimientos del demiurgo Yhave, que oculta el verdadero significado
para no ser descubierto, y solo manipula la octava del demiurgo para
tratar de perpetuarlo. Esto es solo una pequeña muestra de
la matemática sagrada que diseña la geometría del universo. Leonardo di ser Piero da Vinci (Leonardo
Da Vinci) y Leonardo de Pisa (Fibonacci), conocían el secreto y de
alguna forma lo perduraron en sus obras y postulados.
No
se puede comprobar esta información a ciencia cierta, porque no
disponemos del conocimiento ni las herramientas necesarias para hacerlo,
y no conozco libros o estudios al respecto. Tampoco pretendo que lo
entiendan, se que es complicado, no es necesario que comprendan el
funcionamiento, solo el concepto final, que es que todo lo creado tiene
un diseño previo y un comportamiento preestablecido, nada está dejado al
azar, nada es casual, y como dijo Albert Einstein, Dios no juega a los dados.
Por Morféo
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