El significado Fraternal y Universal de la Navidad la sitúa más allá de cualquier analisis lógico
Esta
razon, no impide investigar la Historia y el Mito de nuestras creencias
sobre el nacimiento de Jesucristo y las circunstancias que lo rodearon.
La
Navidad, tal y como la conocemos hoy en día, se basa en la tradición
religiosa del nacimiento de Jesús, la visita de los reyes magos y los
milagros hechos por Santa Claus (San Nicolás).
Sin embargo, las
fiestas navideñas sólo se empezaron a celebrar a partir de la Edad
Media, y fueron los papas de aquella época quienes fijaron la fecha en
el 25 de diciembre, precisamente para que los fieles prestasen menos
atención a las fiestas paganas del solsticio de invierno y más a las
celebraciones religiosas. Incluso el típico árbol de navidad tiene un
origen celta.
Cosas que ocurren durante el solsticio de invierno.
El
solsticio de invierno es el día más corto del año. Esto es así porque
se trata del momento en que la tierra está más inclinada con respecto al
sol, y por ello recibe menos luz.
Este momento era considerado por muchas culturas como inicio del año, y ese es el motivo de las celebraciones.
Desde
hace miles de años y para las culturas y sociedad más diversas, el
solsticio de invierno ha representado el advenimiento del acontecimiento
cósmico por excelencia. No es ninguna casualidad, por tanto, que el
natalicio de los principales dioses, relacionados con el Sol (como
Osiris, Horus, Apolo, Mitra, Dioniso/Baco, etc.) fuese situado durante
este período temporal.
En los mitos
solares de todas las culturas antiguas, ocupa un lugar central la
presencia de un...
dios joven (Jesucristo en la religión cristiana), que
cada año muere y resucita, encarnando en sí los ciclos de la vida de la
Naturaleza.
En el siglo II de
nuestra era, los cristianos sólo conmemoraban la Pascua de Resurrección,
ya que consideraban irrelevante el momento del nacimiento de Jesús y,
además, desconocían absolutamente cuando pudo haber acontecido. Durante
el siglo anterior, al comenzar a aflorar el deseo de celebrar el
natalicio de Jesús de una forma clara y diferenciada, algunos teólogos,
basándose en los textos de los Evangelios, propusieron datarlo en fechas
tan distintas como el 6 y el 10 de enero, el 25 de marzo, el 15 y 20 de
abril, etc. Pero el papa Fabián (236-250) decidió cortar por lo sano
tanta especulación y calificó de sacrílegos a quienes intentaron
determinar la fecha del nacimiento del nazareno.
A
pesar de la disparidad de fechas apuntadas, todos coincidieron en
pensar que el solsticio de invierno era la fecha menos probable, si se
atendía a lo dicho por Lucas en su Evangelio: “Había en la región unos
pastores que pernoctaban al raso y, de noche, se turnaban velando sobre
el rebaño. Se les presentó un ángel del Señor y la gloria del Señor los
envolvía con su luz…” (Lucas, 2, 8-14).
Si
los pastores dormían al raso, cuidando de sus rebaños, para que el
relato de Lucas fuese cierto y/o coherente, debía de referirse a una
noche de primavera, ya que a finales de diciembre, en la zona de Belén,
el excesivo frío y las lluvias invernales impiden cualquier posibilidad
de pernoctar al raso con el ganado.
Forzando
la escena relatada por Lucas hasta el límite, otras Iglesias cristianas
-ajenas a la católica como la armenia- fijaron la conmemoración de la
Natividad en el día 6 de Enero, ya que, según su deducción, el relato de
Lucas sí puede ser creíble, si se sitúa el nacimiento de Jesús un poco
más tarde, en enero y en el Oriente Medio. Un tiempo y un lugar donde es
muy probable la existencia de cielos nocturnos claros y sin borrascas,
aunque todavía con mucho frío. Con el mismo argumento, otras Iglesias
orientales, como la egipcia, griega y etíope, propusieron fijar el
Natalicio el día 8 de Enero.
Entrado
ya el siglo VI, cuando ya se había concluido el proceso de trasvase de
mitos desde los dioses solares jóvenes precristianos hacia la figura de
Jesucristo, se decidió fijar una fecha concreta. Dado que a Jesús se le
había adjudicado toda la carga legendaria que caracterizaba a su máximo
competidor de esos días, el dios Mitra, lo lógico fue hacerle nacer el
mismo día en el que se celebraba el advenimiento de ese joven dios.
De
esta forma, entre los años 354 y 360, durante el pontificado de Liberio
(352-366), se tomó por fecha inmutable la de la noche del 24 al 25 de
Diciembre, fecha en la que los romanos celebraban el Natalus Solis
Invicti, el ‘nacimiento del Sol Invencible‘, un culto muy popular y
extendido al que los cristianos no habían podido vencer y, claro está,
la misma fecha en la que todos los pueblos contemporáneos festejaban la
llegada del solsticio de invierno.
La
fecha del 25 de diciembre fue fijada por el orbe católico como algo
inamovible, aunque no fue aceptada por la Iglesia oriental que, aún hoy
día, sigue celebrando el Natalicio de Jesús el 6 de Enero.
Con
la instauración de la Navidad, también se recuperó en Occidente la
celebración de los cumpleaños, aunque las parroquias europeas no
comenzaron a registrar las fechas de nacimiento de sus feligreses hasta
el siglo XII.
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