Se cumple así el mandato constitucional que establece, en su artículo 73, que los periodos ordinarios de sesiones van desde septiembre a diciembre y desde febrero hasta junio. Ese principio se cumple a rajatabla y solo se ve alterado, puntualmente, con la celebración de plenos extraordinarios que han de ser convocados a petición del Gobierno o de la Diputación Permanente de cualquiera de las dos cámaras parlamentarias.
Lo mismo ocurre con el Senado, aunque en el caso de la Cámara alta los plenos extraordinarios son toda una excepción mientras que en el Congreso se suele convocar una sesión en los meses de enero y de julio con el fin de debatir un orden del día que... siempre impone el Ejecutivo. Así ha sido en los últimos años para evitar trasladar a la sociedad una imagen de prolongada inactividad, especialmente desde que se inició la crisis económica.
En esta ocasión fuentes parlamentarias dan como "casi seguro" que habrá una convocatoria de un pleno extraordinario en el Congreso de los Diputados, probablemente en la última semana de enero ya cerca del reinicio de la actividad parlamentaria ordinaria, prevista para la semana siguiente en lo que respecta al trabajo de las comisiones y unos días después para el primer pleno ordinario.
Coincidiendo con el fin del verano a finales de septiembre habrá disolución de ambas cámaras y la convocatoria de elecciones generales para uno de los domingos entre el 25 de octubre y el 22 de noviembre, coincidiendo con el agotamiento legal marcado para la legislatura en curso que se inició con las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011.
Pero hasta que llegue ese momento el presidente del Gobierno aprovechará el "parón" parlamentario para relajarse sabiendo que no tendrá que pisar las dependencias del Congreso de los Diputados hasta la segunda semana del mes de febrero. En total, casi dos meses o para ser más exactos 55 días sin someterse al control de la oposición.
En el mejor de los casos, siempre que haya un pleno extraordinario, el presidente del Gobierno aprovechará la ocasión para dar explicaciones sobre los contenidos de la reunión del Consejo Europeo de la UE celebrada en Bruselas este pasado jueves.
Su ausencia del Senado será todavía más prolongada. La última vez que pisó el Palacio de la Plaza de la Marina Española fue el pasado día 25 de noviembre cuando se sometió a las preguntas de los senadores de la oposición en la sesión de control mensual a la que asiste con regularidad. No volverá a la Cámara alta hasta finales de febrero, es decir tres meses después. Esas ausencias tan largas tal vez expliquen los fuertes aplausos con los que los senadores de la bancada popular le reciben cada vez que el presidente Rajoy hace acto de presencia en el hemiciclo. Sus colegas en el Congreso de los Diputados no tienen esa costumbre
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